En un entorno tan complejo y lleno de incertidumbre, las propuestas de solución ante un filón de problemas públicos, son cada vez más ambiguos, elevando a niveles inigualables la angustia de las poblaciones, en particularidad la situación de inseguridad en las calles donde el vandalismo tiene capturado a un Estado inoperativo y a un gobierno escaso de respuestas efectivas. Como nos señala en su último análisis el economista e investigador Roger Grández Rios.
Agregando que, el Estado y sus instituciones no solamente muestran sus debilidades, sino que también son agentes del caos: promueve con intensidad la minería ilegal, deforestación, y todo lo relacionado a la promoción de actividades ilícitas y delictivas; manteniendo tenso a una población reclamando empleo y condiciones mínimas de buen vivir.
Hoy se relata bastante de la competitividad de los territorios, y en nuestro Loreto, los argumentos se exponen con bastante facilidad: para ser competitivos tenemos que contar con las condiciones mínimas, siendo la construcción de carreteras, instalación de energía eléctrica, conectividad y, por ahí, exoneraciones tributarias, serian, así lo argumentan, los ingredientes para levantar de su atraso a nuestro territorio y posicionarnos en un lugar importante en el esquema nacional como paso previo a su internacionalización.
Piezas que no encajan en un territorio único como el nuestro, Loreto es uno de los territorios a nivel mundial donde se concentra la riqueza natural, su biodiversidad y sus potencialidades son las locomotoras de su progreso; sin embargo, sus ciudadanos sufren pobreza y desigualdad que son incentivados por sus propias instituciones responsables de desencadenar progreso compartido.
Es fácil recorrer y construir un mapa mental para darnos cuenta que ya entramos en un punto de no retorno de nuestro paisaje natural, esa Amazonía romántica y aventurera, ya se encuentra lejos de nosotros, y en ese espacio, hoy se está intensificando actividades ilícitas y delictivas cuyo poder económico capturó, desde hace tiempo, el poder político con organizaciones políticas cuyo principal objetivo es capturar el (enorme) presupuesto público, y lo están haciendo.
Si bien los enemigos públicos o problemas públicos están identificados (anemia, DCI, pobreza, desigualdad, infraestructura deficiente, y otros tantos) y por más presupuesto existente, los problemas siguen latentes; y es que el principal enemigo no se encuentra afuera, está adentro con nosotros, y son las instituciones. Rediseñarlos no necesariamente implica cambiar de organigrama y/o crear denominaciones de oficinas, y volverlos más burocrático (como siguen siendo hasta la ahora); se requiere de instituciones que sepan potenciar sus finanzas públicas sobre la base de un objetivo con visión ¿en qué somos buenos?.