- Significa jornada de luto donde también se acompaña la Soledad de María, la madre de Jesús, después de llevar al sepulcro el cuerpo de su hijo.
Dice la reseña religiosa. “Durante ese día, la Iglesia Católica no realiza eucaristías, no toca las campanas, el Sagrario se deja abierto y vacío, el altar está despojado y no se administra ningún sacramento excepto la Unción de los enfermos y la Confesión de los pecados”.
Mientras que muchas personas hablaban del “sábado de gloria” en Loreto; un par de menores de edad se dedicaban a sacar tierra putrefacta del caño de desagües de la calle “Buenos Aires”, para rellenar su vereda en el asentamiento humano “21 de Setiembre”.
Luego de un rato bajo un sol abrazador, quemante, hiriente, doloroso; aunque no tanto como ver a la madre de los menores bajar a la zanja negra de desagües, coger la pala y seguir sacando más tierra pestilente para rellenar la misma vereda.
¿Cómo es posible encontrarse con un panorama así en un sábado de gloria? Donde los gallinazos con plumas, pico, patas y todo; se confunden con los seres humanos (grandes y chicos) con tareas tan impactantes en el afán de sobrevivir frente a una realidad adversa que les tocó y que ellos no eligieron.
Hace meses que el Tribunal Constitucional ha mandado que los asentamientos humanos “21 de Setiembre” e “Yván Vásquez”, sean atendidos de inmediato, que las autoridades les brinden agua, desagüe y cubran otras necesidades; pero no son atendido. Ni siquiera porque lo manda el Tribunal Constitucional.
Cuando no debería mandarlo nadie, debería nacerles como principio número uno; el mejorar la calidad de vida de todos. Pero, sobre todo, de los más necesitados de esta región, provincias y distritos. Ha pasado Semana Santa, pasará 28 de Julio, Navidad, y vendrá un Año Nuevo; pero los que ahí moran, seguirán igual. O quizá peor. Nos quedamos en silencio y reflexión.
(Luz Marina Herrera Lama).