Por: Raúl Cornejo Coa
Mediante la Resolución Suprema de fecha 14 de marzo de 1952, emitida por el presidente del Perú, General Manuel A. Odría, se instituyó el 2 de abril de cada año, como el “Día del Abogado”, brindando un merecido homenaje a la fecha de nacimiento de Don Francisco García Calderón Landa (1834-1905), quien fue un ilustre jurista, militar, político y diplomático peruano nacido en Arequipa.
Posteriormente, mediante la Ley N° 23248 promulgada el 23 de abril de 1981 y firmada por el presidente de la República Fernando Belaunde Terry, se dio fuerza de ley a la resolución antes indicada, que señala la fecha del natalicio de don Francisco García Calderón, como “Día del Abogado”.
Francisco García Calderón, tras la ocupación chilena de Lima, fue reconocido en marzo de 1881 como Presidente Provisorio del Perú por una Junta de Notables, estableciendo la sede de su gobierno en La Magdalena. Desde allí inició gestiones de paz con Chile, pero sin aceptar una desmembración territorial, hecho que no fue del agrado de los chilenos que lo apresaron y lo confinaron a Chile, donde continuaron presionándole para firmar la paz con cesión territorial.
Firmado el Tratado de Ancón en 1883, se le impidió regresar inmediatamente al Perú, por lo que inició un periplo por Buenos Aires y Europa. A su retorno, asumió el rectorado de la Universidad de San Marcos (1886) y se incorporó al Congreso, pues había sido elegido en ausencia senador por Arequipa. Llegó a ser presidente del Senado (1886-1887). Fue asimismo, el primer presidente de la Academia Peruana de la Lengua (1887).
Francisco García Calderón, a decir del jurista Fernando de Trazegnies, “fue una de las mentes más brillantes de su tiempo”. Entre 1860 (cuando García Calderón solo contaba con 26 años de edad) y 1862, publicó el “Diccionario de la Legislación Peruana” que ha sido calificado por Jorge Basadre como “la obra cumbre de la mente nacional durante el siglo XIX”.
En cuanto a los antecedentes históricos de la abogacía en el ámbito mundial, sus inicios se presentan en las antiguas culturas de Grecia y Roma. Etimológicamente la palabra abogado viene del latín “Ad Vocatus”, que quiere decir “llamado a”, por lo tanto, el abogado era el llamado a defender los intereses de otro (litigante) ante un tercero para dirimir una controversia de intereses.
Se dice también que la palabra abogado se deriva del término “Bozero” que viene a significar conocedor de leyes y diestro en manejar el arte de la palabra, el cual se alude en las “Siete Partidas del Siglo XIII”, que es una colección de normativa de leyes y costumbres de gran interés histórico, redactada en Castilla durante el reinado de Alfonso X El Sabio, el mayor cronista de la España medieval.
Inicialmente el ejercicio de la abogacía se practicaba en Grecia sin retribución alguna, ya que quienes defendían a los acusados, eran requeridos para acompañarlos al Areópago (colina de Ares) o a otros tribunales donde se realizaban los juzgamientos, hasta que un abogado llamado Antisoaes, puso precio a la asistencia jurídica y cobró en efectivo por primera vez. Lógicamente, la costumbre se extendió al resto de los abogados.
La historia señala a Pericles como el primer profesional de la abogacía, quien fue un importante e influyente político y orador ateniense en los momentos de la edad de oro de la ciudad. Más tarde, Alfonso X El Sabio convirtió a la abogacía en oficio público e impuso la obligación del juramento para desempeñar bien el cargo.
Científicamente podemos definir al abogado como perito en derecho positivo, es decir en el conjunto de normas jurídicas establecidas en el ordenamiento legal vigente en un Estado y la doctrina jurídica internacional. Por tanto el abogado es un profesional en Derecho que se encarga de la defensa y la dirección de las partes involucradas en procesos judiciales o administrativos. También puede brindar asesoramiento y consejo en asuntos jurídicos.
En el Perú, el Código de Ética del Abogado fue aprobado mediante la resolución de Presidencia de Junta de Decanos N° 001-2012-JDCAP-P de fecha 14 de abril de 2012, y considera que la abogacía es una profesión liberal que cumple una función social el servicio del Derecho y la Justicia, siendo su objetivo esencial la convivencia social de los hombres como fuente fecunda de paz, libertad, progreso y bienestar general.
Sirva la ocasión para expresar un saludo cordial a todos los abogados y abogadas del Perú, cuya misión es la defensa de los derechos de las personas y la consolidación del Estado de Derecho, la justicia y el orden social y que, siguiendo el ejemplo de Francisco García Calderón, siempre enmarquen su accionar dentro de la probidad y la integridad de su conducta, cualquiera sea el ámbito en que se desempeñen. ¡FELIZ DÍA DEL ABOGADO(A)!