Parecerá un especie de conjura finamente diseñada para volver casi eterna la ya clásica huelga del SUTEP; cierre al inicio de las labores escolares, permitiendo ello deducir que la tal huelga debe realzarse sí o sí, todos los años cuando el cronograma oficial de educación señala que abril es el mes del inicio de la labores escolares.
Sin duda, el llamado a huelga trae consigo, siempre, un reclamo, el mismo que las autoridades educativas tratan de solucionar y lo logran luego de infinidad de marchas y contramarchas, donde siempre gana el SUTEP; sin embargo, ya se perdieron por lo menos dos meses de clases, lo que deja en limpio que quien pierde es la población estudiantil del Perú que aparte de no recuperar nunca las horas de clases perdidas, tiene que afrontar la próxima huelga de inicio de año escolar que ya se ha convertido en acto clásico para el magisterio.
Sin duda esta vez los que acaten la huelga expondrán una serie de razones para justificar su actitud, pero la comunidad en general, esa que paga sus impuestos para cubrir dentro de todos los programas de gasto del Estado el sueldo de los maestros, se muestran impotentes para exigir el cumplimiento de una obligación legal para la cual aportan mensualmente sus impuestos.
Aquí la pregunta obligatoria es ¿por qué los dirigentes del SUTEP no diseñan un programa de actividades de reclamos al gobierno, que tenga como fecha de discusión y solución los tres meses de vacaciones escolares?. Innegablemente tal propuesta no prosperará pues en tales fechas, a los actores de la huelga les faltarían sus mascarones de proa que en este caso son los alumnos hijos de la sociedad peruana.
Ahora si tomamos como base el principio que regirá la motivación de la huelga, encontramos que ésta podría durar casi la totalidad del año escolar, pues una conspicua dirigente del SUTEP ha dicho que la huelga es «…para atender los diversos reclamos del sector educación» Dios nos coja confesados.