Más vale prevenir que lamentar

Los fenómenos climáticos que se siguen presentando en el norte, sierra y parte de Lima, de nuestro querido Perú, se han dado desde los años 1970, de maneras fuertes y leves. No son novedades de estos cambios de parámetros del clima, por diversos factores que ahora se están entendiendo.
Eso lo sabíamos. En 1774, por ejemplo un gran maremoto destruyó casi todas las viviendas del Callao. En 1825, fue uno de los más grandes desastres que hubo por estos cambios de parámetros del clima, cuya poblaciones poco a poco ya se estaban ubicado en las riberas de ciertas quebradas y del río Rimac.
Con el paso de los años se diseñaron modernas tecnologías para predecir estos fenómenos y las zonas de riesgo. Los científicos y técnicos lo expresaron y lo graficaron y recomendaron no ocupar estas zonas peligrosas. Pero, las poblaciones y ciertas autoridades dieron pase a estas ubicaciones y, es más con títulos de propiedad.
Muchísimos de ellos se ubicaron en los cauces de las quebradas cuyas aguas no vinieron en 30 años, pero lo que no sucede en un minuto se puede dar en un segundo y, eso es lo que pasó con las viviendas en estas zonas.
Este ejemplo del norte, del sur de la sierra de Lima, es un ejemplo que debemos contemplar en nuestra selva baja. Investigadores del instituto de Investigaciones del IIAP, de Hidrografía de la Marina del, SENAMHI, de la UNAP, ya nos están advirtiendo de la fuerza con que se viene el rio Amazonas y, estos están graficados científicamente.
Hace años estuve acompañando a un grupo de marinos por la zonas de Muyuy y se ve que la fuerza del agua del río Amazonas viene con todo: desyerbando, botando arbustos y como si quisiera abrir una camino que se dirija al Itaya de Belén y toda la margen izquierda de Iquitos.
Pero, además de la medición de caudal y monitoreo de lluvias, los investigadores del IIAP, de Hidrografía, del SENAMHI, de la UNAP, incluso del GORE, han ubicado zonas de riesgos altamente peligrosos que con estos fenómenos que se avecinan y predicen van a ocasionar miles de pérdidas materiales y humanas que tenemos que pagar nosotros los contribuyentes.
Una de las alternativas es ubicar a los muchos pobladores del área baja de Belén en zonas de altura por la zona que va a Nauta, comprar y lotizando terrenos con área suficiente para el autoabastecimiento. Una ciudad moderna. Y, pensar en Belén en transformarla en una zona turística, con deporte de pesca y ambientes menos riesgosos y todos ganaríamos.
Es posible que estas predicciones científicas, no se den ni dentro de 5 años, pero de que se van a dar, sí se van a dar y ahí sí de nuevo a llorar al río, comprar millonadas de tablitas por presión de pseudos dirigentes.
Estamos en la época de la ciencia y las modernas tecnologías cuyos datos nos tienen que servir para evitar riesgos peligrosos para el ambiente y los pueblos.
A las autoridades y parte de la población civil le pedimos que se organicen permanentemente exposiciones y monitoreo con personal científico del IIAP, del Gore, de SENAMHI, de Hidrografía de la Marina y por qué no con la experiencia sistematizada de antiguos ribereños. Advertidos estamos. (JSV)