«QUIERO QUE LA IGLESIA SALGA A LA CALLE»

SORPRENDENTE CONSEJO DEL PAPA FRANCISCO A LOS JÓVENES EN EL ENCUENTRO DE RÍO DE JANEIRO:

Por: Adolfo Ramírez del Águila

No era para menos, el papa Francisco sorprendió gratamente en todos sus actos y discursos con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) desarrollada apoteósicamente en Río de Janeiro.  Fiel a su estilo, el ya conocido estilo Francisco, el papa bautizó prácticamente su pontificado de cara al estrato más dinámico,  rebelde e inconforme de la sociedad y la Iglesia, los jóvenes del planeta azul.  No podía ser de otra forma, las palabras y gestos del papa sintonizaron con el espíritu juvenil;  y rompiendo los moldes de la estricta ceremonia clericalizada que caracterizan generalmente a los actos religiosos, el papa abrazó a los jóvenes, besó a los niños, dió la mano a todos sin distinción, bendijo a los indígenas;  en fin, actualizó el paso de un Dios cercano con los olvidados del planeta.

Después de esta experiencia en Río, ya no cabe la menor duda que el papa Francisco quiere una iglesia más pastoral y menos clerical, más solidaria y menos indiferente, más comprometida y menos enclaustrada.  Al despedirse de los jóvenes,  les invitó a anunciar lo que han oído y escuchado vivencialmente. Regresar de Río, solo con la simple emoción mística de compartir lo experimentado en las cuatro paredes de la capilla parroquial,  o en los diez amigos del grupo juvenil, sería muy estéril y reduccionista para la causa del Reino de Dios.

Ante la sorpresa de los obispos y cardenales presentes en este evento (recordemos que nuestro cardenal peruano no presidió la Misa y Te Deum de Fiestas Patrias por estar en Río) el papa habló sin medias tintas a los jóvenes: «Quiero que salgan a la calle a armar lío, quiero lío en las diócesis, quiero que se salga fuera, quiero que la iglesia salga a la calle, quiero que la iglesia abandone la mundanidad, la comodidad y el clericalismo, que dejemos estar encerrados en nosotros mismos». Palabras de un pastor muy atento y sensible a lo que pasa en su redil;  frases llena de sentido en un continente que despierta de su adormecimiento cívico y ha tomado literalmente la calle para protestar y proponer nuevas formas de convivencia participativa tanto en la sociedad como en la propia iglesia.

En otro momento, como para retocar su mensaje y no dejarlo en una dimensión solo político- social, retó pastoralmente a los jóvenes a vivir en la exigencia radical del Evangelio de Cristo  para no ser cristianos de ocasión pasajera: «Estoy seguro de que ustedes no quieren ser cristianos a medio tiempo, almidonados, de fachada, sino auténticos. Estoy seguro de que no quieren vivir en la ilusión de una libertad que se deja arrastrar por la moda y las conveniencias del momento». En otro momento, utilizando el lenguaje deportivo, en un país que será sede de la próxima copa del mundo, instó a los jóvenes a ponerse la camiseta y jugar en el equipo de Jesús, promoviendo una cultura del encuentro  e ir a contracorriente de una cultura del descarte.

Como para acercar generaciones a veces divorciadas entre sí, exhortó a los 655 obispos presentes en el encuentro a educar a los jóvenes a salir, a ponerse en marcha, a ser callejeros de la fe.  Así como llamó a los jóvenes a escuchar a los viejos, llamó también a los obispos a escuchar a los jóvenes, a «perder el tiempo» asesorándolos, acompañándolos. El próximo encuentro de la JMJ será en Cracovia-Polonia en el 2016, año electoral para nuestro país.

Ojalá esta experiencia de los jóvenes con el papa,  no termine en una simple emoción religiosa del momento,  sino que marque la ruta de la sociedad e iglesia que queremos;  una sociedad más justa, solidaria y participativa; una Iglesia más pastoral, compasiva, con opción preferencial con los jóvenes y pobres del planeta.