El abordaje sobre casos sospechosos de trata aún es deficiente en Nauta

– Cronología de hechos por la súplica de una niña de unos 7 años desde la carretera Iquitos – Nauta.
– Y nos replantea el tema del transporte y el registro de pasajeros sobre todo cuando viajan personas adultas con niños.Plaza de Nauta
El reloj marcaba aproximadamente las 12:30 pm. de ayer en uno de los paraderos de carros interprovinciales a la ciudad de Nauta, cuando al completarse los pasajeros enrumbamos hacia la carretera. Todo parecía normal hasta que a la altura de Quistococha, una niña de unos 7 años empezaba a llorar, primero bajito, casi imperceptible para captar lo que balbuceaba.
A la altura del kilómetro 40 se hizo más entendible sus palabras. Iba junto a un señor de aproximadamente 45 años, quien estaba vestido al estilo sport elegante. La niña vestía un polito, pantaloneta y una mochila de tono rosa, cuando de pronto levantando el tono de voz empezó a decir: «te suplico papi, por favor quiero ir a mi casa, a dónde vamos, a dónde me llevas, quiero ir con mi mamá». Una y otra vez y el hombre muy bajito la recriminaba. Alcancé a escuchar que la reprochaba que no tenía cuadernos, ni libros en la mochila, «están en mi casa» respondía la niña llorando inconsolable.
Le decía que el derecho del niño es estudiar y que su mamá no está cumpliendo con ese derecho. Y así durante toda esa parte del viaje la niña lloraba y suplicaba ir con su mamá y a su casa. «Te lo suplico, te lo suplico, a dónde me llevas, quiero ir donde mi mamá». Esas palabras, su profundo llanto, configuraban sin duda una forma de violencia contra la infancia. Es decir, el problema que el padre y la madre no pueden solucionar en armonía, lo paga una inocente niña.
Al llegar a Nauta consideramos pertinente que este señor sea intervenido y que se compruebe que se trata de su verdadero padre y que se esclarezca la situación legal por la tenencia de la niña en esos momentos y circunstancias. Así vía fono buscamos apoyo para alertar a la policía. El señor desde la Plaza Del Centenario fue invitado a la Comisaría para esclarecer la situación de la menor.
Pensando que la presencia Fiscal podría abordar con más elementos de juicio el delicado tema, fuimos en busca del fiscal de Prevención del Delito y en la oficina del Ministerio Público nos indicaron que no les compete el caso, sino a la Fiscalía de Familia. Fuimos apresurados con un colega en moto a la oficina indicada y nos señalaron que solo intervienen cuando los requieren de la Policía. Sentimos frustración, impotencia.
Con decepción volvimos a la Comisaría y nos indicaron que el señor tenía un documento del Juez que le brinda la potestad de la menor durante 9 meses y que la niña estaba terminando su periodo vacacional de 3 meses con la madre y por eso ahora le correspondía al padre llevársela. En nuestro interior nos preguntamos, pero de esa forma, al parecer recogiéndola del colegio y sin decirla a dónde van, por las palabras que escuchamos de la niña. Nos parecía raro.
El padre la cogió de la mano y nosotros pedimos ofrecer una recomendación a lo que accedió, y le dijimos que la niña tal vez necesite ayuda psicológica. Es que se la veía muy triste. Al pasar por nuestro lado le expresamos las disculpas y que solo se trataba de prevenir cualquier situación de violencia contra la niña. Pero, nos preguntamos, acaso hubiera sido mejor que le tomen datos generales de ley, que haya alguna constancia en el cuaderno de ocurrencias de lo se había observado. Además algo más importante, datos que permitan saber quién es y cómo ubicarle. Apelando a la ley de protección de la infancia. Y en este caso de por medio estaba una menor de edad, indefensa.
Nuestra inquietud en defensa de la infancia hizo que llamáramos a Iquitos para indagar sobre si alguna madre habría denunciado la desaparición de su hija, desde la DIVINCRI nos respondieron que no había ninguna denuncia. Luego de realizar unos trámites en Nauta retornamos a Iquitos y al llegar aproximadamente a las 5:30 pm, nos comunica personal de Trata de Personas de la policía que una señora había denunciado la desaparición de su hija al salir del colegio.
Una hora más tarde la policía de Nauta se volvió a movilizar para ubicar al señor y la niña. Aproximadamente a las 7:30 pm. nos avisaron que estaba nuevamente en la Comisaría junto a la menor y que desde Iquitos la supuesta madre partía junto a un abogado. Pensamos primero que para descartar o confirmar si se trata de su hija. De ser así, esclarecer el caso.
Lo que nos llamó mucho la atención de este caso donde sentimos mucha impotencia, es que los casos de abordaje de presuntos casos de trata de personas en Nauta, aún es deficiente. Primero porque no existiría un protocolo que exija tomar un registro de casos sospechosos, porque cuando le preguntamos al Mayor de qué certeza se tiene de que el documento mostrado por el supuesto padre es veraz y no un documento falso, no obtuvimos respuesta. Segundo el peloteo de las competencias que sentimos cuando fuimos en busca de la Fiscalía de Prevención del Delito y nos mandaron a la de Familia y desde allí nuevamente a la Comisaría.
NAUTA está considerada una de las rutas más usadas para la Trata de Personas y además para la captación de menores. Habría que poner más celo en el tema. Y aquí nace otra inquietud, cuándo la Dirección Regional de Transportes regulará con el registro de pasajeros en la única ruta interprovincial por carretera con que contamos. En los embarcaderos pasa lo mismo. Y nos seguimos quejando que se llevan a nuestra niñez y juventud con una facilidad. Es posible que esto no sea un caso de trata, como horas después se habría confirmado que efectivamente no era así, pero, nos enrostra que faltan acciones más estrictas en la vigilancia de este delito por parte de los operadores de justicia y las entidades involucradas en el tema por ley.
Al cierre de nuestra edición, una llamada desde Nauta nos reportó que aproximadamente a las 9:30 pm. el señor y la niña salieron de la Comisaría sonriendo, muy contentos y agarrados de la mano. Se desconoce si la señora que viajó para verificar si se trataba de su hija finalmente llegó al lugar. Al parecer, este caso fue lo que explicó el señor, que ganó judicialmente la tenencia de la niña y la pequeña un poco más calmada con el paso de las horas habría asimilado la nueva situación. Él la hablaba de una mejor educación. En buena hora que así sea, combinada de afecto por el instinto paternal. (D.López)