Recurriendo a la memoria por haber sido parte protagónica en la adquisición por parte del Ministerio de Pesquería de los terrenos y edificaciones ubicadas en la parte baja del malecón Maldonado, allá por los años 72,73 y 74, nos permitimos retrotraer en el tiempo la odisea vivida por los funcionarios de entonces para lograr que aquella gente que había levantado sus precarias viviendas a la vera del entonces río Amazonas, abandonaran el lugar previo pago por parte del gobierno, de un justi precio por la entonces propiedad ilegal de quienes aceptaron el pago y temporalmente dejaron el lugar para que pesquería continuara con la construcción del programado Terminal pesquero de la Amazonía.
La estrategia del pago, dio como resultado la salida de los invasores, pero a los pocos meses volvieron con sus petates y triplay a posesionarse de lo que habían vendido, pero con ellos o siguiéndolos a ellos se ubicaron considerables grupos de jovenzuelos de dudosa catadura moral, que crearon verdaderas escuelas de fumones y carteristas que con el tiempo incrementaron su número, al extremo de formar familias enteras que tugurizaron a plena vista y paciencia de las autoridades de ayer y hoy toda la zona ubicada desde el sector de pesquería hasta el nuevo Bulevar de Iquitos.
Quejas de vecinos y protesta airadas de la población legalmente establecida en la parte urbana de dicho lugar, nada ha podido lograr ni ante l autoridad municipal ni policial; y ahora todo Iquitos vive en zozobra, debido a que la racha de asaltos, arranchones, cuadradas contra ciudadanos honestos, a toda hora del día, va in crescendo con el consiguiente malestar ciudadano.
La cosa se viene agudizando ante la presencia cada vez más numerosa en dicho lugar, (el Bulevar), de personajes de estrafalaria vestimenta y aroma corporal que es un atentado contra el olfato humano, que fungiendo de artesanos dan sombra a una casta de malandrines que tras sus fechorías, corren a esconderse en el laberíntico mosaico que imita a la Greta antigua por sus serpenteantes vías que no tienen ni principio ni final. La policía, según vivientes del lugar, tiene temor de ingresar cuando se produce un acto delictivo, porque desde hace tiempo dicho epicentro es zona de nadie.
Es de esperar que la autoridad policial en coordinación con seguridad ciudadana, logre diseñar una estrategia adecuada para conjurar tan temible amenaza.