Por Francisco Gallo Infantes
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Siempre me llamó la atención el interés turístico de los gringos y de los europeos por la Amazonía. Todos los días llegaban y siguen llegando a Iquitos decenas de turistas ávidos de conocer la selva, sus misterios y sus encantos. El mismo interés se refleja en los turistas nacionales pero en menor escala. Y aquí explico la razón.
En uno de mis viajes de Lima a Iquitos, me tocó sentarme en el avión con un turista nacional y con un turista europeo. Conversé con ambos y realmente quedé impresionado al escuchar lo que pensaban las dos personas y cuál era su interés por Iquitos.
El europeo soñaba con recorrer el Amazonas en canoa, internarse en la enmarañada selva para contactar a las tribus indígenas, apreciar a los animales, peces y aves; ir de safari y si fuera posible encontrarse con algún otorongo; apreciar a los delfines y mamíferos; es decir, se había trazado toda una aventura. Del Iquitos monumental, no le interesaba absolutamente nada y menos del Iquitos nocturno.
Otro era el deseo del turista peruano. Él pensaba en llegar a Iquitos para esa misma noche salir a la discoteca y la noche siguiente visitar algunos locales en donde se presentan bailarinas en breves ropas. El peruano solamente pensaba en diversión y en la urgencia de «conocer a una charapita ardiente» (sic), que alimente aún más el mito de las mujeres fáciles y calientes de la selva peruana, que siempre se escucha en Lima.
¡ Qué diferencia entre ambos turistas !
No quiero decir que sea una constante lo del turista peruano que acabo de citar, pero realmente existen muchos como él. Sin embargo muchos turistas peruanos también están ávidos de conocer la selva y sus encantos e internarse en un albergue. Pero también existe el otro «tipo» de turismo.
Yo me considero un amante de nuestra selva y muy en especial de Iquitos, la tierra que me acoge desde hace muchos años. Es por eso que al turista nacional le expresé mi malestar y de alguna manera le llamé la atención y le argumenté que era penoso que pensara solamente en eso, porque se perdería de un paisaje impresionante y de conocer las bondades de nuestra Amazonía, con la que turistas extranjeros soñaban. Al menos el peruano se sintió algo avergonzado.
Definitivamente algunos limeños y costeños ven en Iquitos a una ciudad a la que pueden venir a satisfacer sus peores instintos y en donde piensan que las mujeres se pueden prestar para todo lo imaginablemente posible. ¡ Qué pena que piensen así !
El tema no es de ahora, es de toda la vida. Pero creo que todos nosotros podemos ayudar a que el mito de la selva caliente quede en el olvido. Si volteamos un poco la mirada, los brasileños se sienten muy orgullosos de su Amazonía, a la que admiran, quieren, respetan y promocionan.
Los brasileños que viven en las costas del Atlántico y en el interior del país continental, siempre ven como destino turístico interno a Manaus y el Estado de Amazonas, así como a Belem do Pará. También piensan en visitar Parintins en Junio, para apreciar el Festival del Boi en donde se escuchan y bailan las famosas toadas. Un espectáculo maravilloso, del cual se habla en todo el país y que resulta una buena alternativa al carnaval de febrero.
¡ Qué lindo sería que Iquitos tuviera algo similar a lo que ocurre en Manaus y Parintins todos los años ! Un espectáculo al que turistas nacionales y extranjeros esperen con ansias y que genere una expectativa tal en la costa y sierra peruanas, que alimente las ganas de nuestros compatriotas en visitar, apreciar y conocer esta hermosa tierra.
La selva peruana y en especial esta parte de la Amazonía ofrece una panorama sin igual, mucho mejor que el de Manaus, porque nuestra selva está mucho mejor conservada que la de ellos. ¡ Punto a favor para nosotros !
Promperú, el Ministerio de Cultura, el Ministerio de Turismo Comercio Exterior y Artesanía, así como las entidades regionales y locales pertinentes, deberían pensar en explotar las bondades de nuestra Amazonía con una alternativa atractiva e innovadora, que motive a los turistas nacionales y también a los extranjeros, para que visiten Iquitos y por ende Loreto. Solo así y poco a poco se irá desterrando el malhadado mito loretano.