Todos los años por esta época, los ríos amazónicos soportan severas crecientes de sus niveles, lo que determina las ya conocidas inundaciones de grandes sectores, donde, a pesar de las prohibiciones, mucha gente construye sus casas, a sabiendas del problema que tendrán cuando las aguas rebasen las zonas que por su naturaleza han sido denominadas inundables.
De igual manera, por estos tiempos, los medios nos presentan fotografías de casas que han sido vencidas por el agua y, notas periodísticas donde las personas piden a las autoridades madera y clavos para construir puentes para poder salir a las calles.
Los problemas que acarrean las inundaciones son varios. Desde los peligros que encierra la presencia de agua para los niños que pueden morir ahogados, víboras que buscan refugio en las casas metiéndose a las camas y, como no, enfermedades broncopulmonares y diarréicas por la contaminación producida por desperdicios varios.
A todo esto, las autoridades distritales, provinciales y regionales, tienen que cargar a sus alicaídos presupuestos los gastos de ayuda social que reclaman los sectores afectados por las inundaciones.
Eso es práctica habitual de todos los años porque la gente no quiere entender que levantar una vivienda en una zona a donde el agua llega, es un grave problema no sólo para ellos, sino para la sociedad en su conjunto.
Este año será igual, ya comenzarán los pedidos, ya empezarán a ahogarse niños, todo por una total falta de responsabilidad de quienes deberían obedecer las disposiciones que prohíben vivir en zonas peligrosas.





