Volvamos a construir templos para adorar a la mama tierra.

-A propósito del Golfo de México, el río Marañón y otras profanaciones.

Por: Luís Roldán Ríos Córdova.     rioscordova2010@hotmail.com

Razón tenían los antepasados al rendir culto y adoración a la naturaleza a través del sol, la luna, la tierra, el rayo, la lluvia, el viento, etc. Podría decirse que eran más sabios que «nosotros» ahora.  Seguramente sentían que somos la tierra, que no venimos de la nada, por tanto es nuestra madre y merece un Templo de Adoración ¡Qué carajo!  ¿Cómo es posible, ahora que sabemos más de ella la tratemos mal?…  Sin ella, simplemente nada.

Si la vida es un regalo de Dios, es momento de tomar conciencia para volver nuestros ojos a la Tierra, ella es un ser vivo por lo tanto siente, quién sabe piensa también.

Los humanos somos el resultado de una evolución de millones de años en ella y con ella que pagamos el precio de estar sujetos a reacciones químicas, físicas y códigos de desarrollo evolutivo, programados para la depredación y la auto depredación, puede que sea parte de un  plan divino en manos de la naturaleza que no podremos controlar.

Las ambiciones humanas expresadas a través del egocentrismo particular y común ha nublado nuestra conciencia impidiéndonos ver que estamos inseparablemente atados a la Tierra, por eso la estamos tratando como verdaderos dementes e ignorantes, la contaminación por derrames de petróleo, los relaves mineros, la emisión de gases son maltratos cargados de ambición de hijos mal agradecidos hacia una madre tan generosa, pues luego de aprender algo a través de la ciencia la hemos abandonado, la hemos dejado de rendirle culto, seguramente creyéndonos autosuficientes, con soberbia pensamos que ya no la necesitamos, en el colmo de la ingratitud, le causamos daño tantas veces nuestra ambición no conozca límites ni morales ni materiales.

Nuestra moderna ignorancia nos ha hecho confundir las cosas, no dependemos de nuestra madre biológica luego de nacer, podemos seguir viviendo sin ella, con nuestra madre Tierra no es así, andamos seriamente equivocados al punto de no darnos cuenta que de ella no podemos prescindir. Antes, durante y después de nacer somos absoluta e inevitablemente dependientes de la Tierra, aquí no existe libertad.

Es imposible que nos liberemos de ella. Es imposible que podamos estar más de un décimo de segundo a 10 centímetros del suelo sin sostenernos en ella. Es imposible que no dependamos de su aire, de su agua, de sus nutrientes, en fin. ¿Qué falta para reflexionar?  ¿Acaso esperamos que nos caiga una gran lección de madre hastía?

Por ahora, con algo de paciencia nos está diciendo: «Pórtense bien muchachos»

Volvamos a adorar a la naturaleza y a la madre Tierra. Estaría muy bien erigirle templos de adoración y culto que tenga como doctrina la exaltación de la vida por la vida misma y el cuidado de su salud y vida como teología que enseñe a los niños a cuidarla y amarla como lo hacemos con Alá,  Buda,  Jesucristo o  Jehová.

Creemos que existe un Padre Celestial, creador de lo que se ve y no se ve, pues nos ha dado a la Madre Tierra que es nuestra madre y morada como su testimonio,  no es moral rendirle culto a nuestro Padre, tenerle aburrido todos los días con nuestros salmos y golpes de pecho y luego ser partícipe de la destrucción y contaminación  de éste preciado regalo al que pusimos por nombre Tierra.

«ANTES DE SER YO, FUI NATURALEZA DISPERSA.

ESPARCIDA POR EL AGUA, TIERRA Y AIRE.

VAGABA QUIÉN SABE AL REDEDOR DE MIS PADRES.

LA NATURALEZA, A TRAVÉS DE ELLOS,

LOS JUNTÓ PARA PODER  NACER Y SER YO».

¿Por qué no hacer de ella una  religión? Nuestra mama Tierra está ofendida y resentida por nuestra actitud de hijos cegados por ambiciones desenfrenadas de riqueza que de nada serviría si ella decide darnos una enmienda muy seria.

Nos dejó evolucionar, pero no  nos merecemos. Puede que ahora sí quiera multiplicar a los hombres desde un Adán y una Eva bajo otra concepción de la vida y en una nueva interpretación de la Biblia. La ciencia ha descubierto que el hombre no empezó a existir desde un Adán y una Eva, lo que si tendría sentido es que nuestra madre Tierra decida eliminarnos a todos excepto a una pareja, bajo una nueva interpretación en cuanto a lo que significa Adán y Eva  como principio de vida humana;  así como la segunda venida de Cristo anunciada con aquello de que Cristo resucitó al tercer día donde podría interpretarse la muerte de Cristo como su ausencia desde que se fue y aquello de su resurrección al tercer día interpretarla como a su segunda venida que debe ser  el año tres mil. ¡Quién sabe!

Por si poseamos plazo aún, patrocino porque volvamos a erigir Templos para reverenciar a nuestra mama Tierra y esparcir en la conciencia de nuestros niños su fe, cuyo corolario ha de ser un mundo limpio y sano para vivir en gracia de su merced.

No olvidemos que los científicos responsables han advertido a los irresponsables angurrientos que sólo tenemos 10 años para enmendar errores contra nuestra madre Tierra, de lo contrario sólo nos queda esperar.

¿Acaso podemos seguir peleados con ella?  Tenemos todas las de perder. Ella no depende de nosotros, aún sin nosotros ella seguirá existiendo.