Lo peor que nos pudo pasar

Con una total tranquilidad, los asaltantes hacen sus fechorías sin importarles la hora ni el lugar. Se creía que para cometer un delito, los delincuentes esperaban la oscuridad de la noche, mejor aún, protegidos por una torrencial lluvia, a la mitad de la madrugada, cuando el sueño es más profundo. Pero eso es cosa del…

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