A pocas semanas de cumplir la mayoría de edad, será internado en un centro de reformación, mientras una madre llora desconsoladamente, reclama a gritos a su hijo por sus malos actos e implora una oportunidad para él, cuando esta invocación debió plantearse antes que empeore.
Sin embargo, existen casos donde la familia buscó a dónde llevar al hijo o hija rebeldes y con malas juntas o en actos con mucho riesgo que los podrían enrumban a lo delincuencial, y esto no se encontró, porque lo que tenemos es para menores casi total perdidos.
Es decir, el menor tiene que estar en situación de “malogrado”, y haber cometido ya un delito para ser cogido e ingresado a un centro de rehabilitación que como se sabe muy difícil se logra esa reinserción a la sociedad y más recrudecen sus erróneas actitudes.
Quizás nos digan, que para eso están los progenitores que no han sabido educar a sus hijos, y tienen toda la razón, pero, también hay una responsabilidad de Estado, que, si los padres y madres fallan, están llamados a enderezar el camino, quieran o no quieran los menores adolescentes deben acatar, en esto no hay negociación.
Y justamente ese punto de atención intermedia no existe. Y entonces nos pueden decir que ahí están los psicólogos de los colegios, de los hospitales, de los centros de salud mental, lamentablemente no es lo que se necesita, porque no puedes atender casos de cierta gravedad con una cita psicológica cada dos meses.
Evidentemente se necesitan terapias intensivas en centros de internamiento para rehabilitación a esa juventud que no ha cometido delito, pero que está al borde de hacerlo y que se hace necesario prevenirlo. Y no tenemos esos centros, a pesar que nuestra realidad social está gritando sin decirlo que debemos salvarlos. Para ellos y ellas no hay dinero, son el presente, aunque prefieren decirles el “futuro de la patria”, así nuestra realidad político social está por los suelos.
Lo Último
“Son el futuro”
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