La situación es desesperante. Un poco más y esto se convierte en tierra de nadie. Iquitos está pasando por momentos extremadamente peligrosos. Lo único que falta es que al ciudadano le cobren un cupo de protección por andar en la calle, al mejor estilo del crimen organizado de la mafia siciliana.
La problemática es dura y preocupante. Identificar la situación a campo abierto es lo mejor que ha podido hacer la Policía Nacional, haciendo conocer un elevado número de delitos contra la vida, el cuerpo y la salud, además de robos agravados. La gran cantidad de vehículos sin placa de rodaje, falta de señalización de las calles, un incesante aumento del parque automotor provocador de embotellamientos en varias arterias, el incremento del peligro común y los innumerables accidentes de tránsito, son los demás ingredientes de este desagradable mejunje con los que diariamente tiene que vérselas la Policía Nacional.
En problemas de orden público, para nadie es un secreto el crecimiento del número de bares y el consumo de alcohol hasta por menores de edad; por donde uno vaya se encontrará con veredas ocupadas por negocios o talleres de mecánica; la inconcebible violencia y resistencia a la autoridad y como siempre, ruidos molestos y la pérdida del principio de autoridad por quienes la ley les ha confiado un cargo público.
Todo esto ha motivado que en esta reunión se haya llegado a tomar acuerdos que nos parecen muy atinados, los que deberían ponerse en práctica inmediatamente a fin de cortar de plano el caos en que estamos viviendo. Que no quede en el papel los acuerdos por realizar. Que se haga lo que hay que hacer, que las autoridades se pongan los pantalones para enfrentar estos serios problemas, para bienestar y tranquilidad de nuestra población. Y que nadie pretenda aislarse de sus responsabilidades dejando a otros sus obligaciones. El compromiso es de todos quienes tienen el deber de hacer de Iquitos un pueblo digno de vivir.