La humanidad como hace miles de años sigue experimentando los enfrentamientos sangrientos por diversos motivos, así las formas de violencia se van modificando, tratando de ser disimuladas o buscando justificaciones como ante muchas muertes en los lugares en guerra entre países, actualmente.
Por eso en estos días de Semana Santa de la historia cristiana, nuestra esperanza renace ante el recuerdo del mensaje de Jesús – Cristo que vino a darnos orientaciones y mensajes clave, para luchar por un mundo de amor, paz y con justicia.
Hoy como hace 2025 años el Hijo de Dios estaba clavado en la cruz con un enorme sufrimiento físico y del alma. Lugar hasta donde llegó por el pedido de una parte del pueblo que no comprendió sus enseñanzas y exigía que lo crucificaran.
Parece sacado de una película de terror, cómo era posible que una persona que se pasaba dando mensajes de amor y solidaridad, entre otras virtudes podría ser presa del pedido inhumano e injusto de pobladores de esa época.
Todo estaba escrito. Es la expresión a la que llegamos cuanto más reflexionamos, y a veces, no alcanzamos a comprender. Por qué le tenía que pasar algo tan desgarrador. La respuesta más conocida es porque vino a salvarnos del pecado y, esa era la forma con su sangre y su cuerpo.
Muchas veces nos preguntamos también, puede un padre permitir semejante salvajismo contra su hijo. A veces parecemos los hijos rebeldes que piden más y más explicaciones, pero, estas respuestas no se dan, solo nos queda la resignación que encuentra soporte espiritual en la fe, que es una entrega a creer a ciegas.
Tantas enseñanzas de Jesús a su paso por la tierra, que si no la cumplimos no tiene sentido que celebremos Semana Santa, que más parecerá “flor de unos días”. Y hay tantas muestras de personas de cómo vivir nuestra fe cristiana. Y qué curioso que también existen personas no creyentes que aplican en sus vidas las orientaciones bíblicas, por considerarlas de bien común.
Como está escrito hoy en la cruz de desangra Jesús, y mañana será un domingo de gloria con su resurrección. Renace la esperanza de un mundo mejor libre de pecados. Libre de violencia, libre de injusticias, libre de indecencias, libre de faltos de palabra, etc., en aras de ese mundo ideal de paz y amor que sí podemos construir como seres inteligentes y sensibles.
Recuerdo esperanzador
