Si por propia desidia e irresponsabilidad para mantener limpios los ambientes de la casa, el vecindario va a ser testigo de casos de dengue, será el precio que pague por no darse un pequeño tiempo para desaparecer esos depósitos conteniendo agua estancada que son criaderos de larvas del zancudo aedes aegipty, portador del virus de la temible enfermedad.
Se ha desatado una ofensiva grande en Loreto, especialmente en Iquitos, para erradicar el dengue, mediante fumigaciones, cuya meta es alcanzar mil casas fumigadas por día, en un esfuerzo por salvar vidas en peligro. Lo que falta es que el vecindario tome conciencia de la peligrosidad de la enfermedad en sí, que en el mundo entero, lo decimos en editorial anterior, ha cobrado millones de víctimas.
Hay epidemias que por sus dimensiones de ataque son inconmensurables, que no se puede controlar de inmediato, lo que determina la muerte de gran cantidad de personas, especialmente en las zonas donde vive gente de extrema pobreza, en casas rodeadas de aguas estancadas y desperdicios inmundos. No vemos un gran despliegue publicitario para llegar hasta el último poblador de la ciudad o de las zonas rurales, haciéndole conocer las ventajas de las fumigaciones y la peligrosidad del dengue.
Es cierto que en anteriores oportunidades, se han dado casos, denunciados oportunamente, que algún personal de fumigadores haya tomado algunas cosas de las viviendas a donde ingresaron, lo que, esperamos, haya sido corregido para esta campaña, porque no se puede perder la confianza de la población por culpa de un par de manos largas.
La región Loreto está viviendo momentos en que su gente debe asumir una gran responsabilidad, dando las facilidades necesarias a los fumigadores para que realicen su trabajo como debe ser, llegando a todos los rincones de las casas, hasta la huerta, si hubiere, abatizando todo el ambiente donde pudiera darse un criadero de larvas de zancudo portador del dengue.
Puertas abiertas a la fumigación, debe ser el lema de la presente campaña contra el dengue, que nos libre de la desgracia de contraer la fiebre rompehuesos que nos podría llevar a la tumba.