Tenemos que aceptar que increíblemente en el Perú, en estos últimos años, la agresión física contra la mujer, cometido por el esposo o conviviente en los distintos estratos ciudadanos, se siente con mayor incidencia en los hogares periféricos donde residen familias de mínimos ingresos, lo que significa un factor que abona en favor de actos de violencia que muchas veces terminan en resultados fatales, siendo siempre la víctima una mujer o un niño.
Dicho problema ha tomado tal dimensión que, en procura de lograr conjurar la violencia familiar por una adopción de formas civilizadas de vida, desde varios años se han desarrollado en todo el país campañas que buscan motivar a las víctimas de la violencia a denunciar situaciones que podrían degenerar en feminicidios.
Para apoyar tal medida, debe saberse que en el año 2010 se registraron 17 casos de violencia por cada hora del día, lográndose establecer dicha cifra recurriendo a los informes diarios de atenciones de emergencia en los centros hospitalarios del país.
También hay que tener en cuenta que el INEI ha determinado mediante paciente análisis que el 49.9 % de mujeres en edad fértil, alguna vez sufrieron violencia física por parte de su esposo o compañero.
Podemos informar que el MIMDES desde el 2009 procura revertir tal situación, para ello viene ofreciendo atención a nivel nacional a las víctimas de actos de 4 mil 397 varones. Todos recibieron asesoría legal, social y sicológicas gratuitas.
Debe señalarse que el Perú es uno de los pocos países con elevados índices de violencia, lo cual permite asegurar que la violencia contra la mujer, permite el riesgo que tales actos constituyan un problema de suma gravedad que puede impedir la construcción de las relaciones democráticas en el interior de la familia y del país. Por todo esto, para evitar que la violencia contra la mujer se vuelva una práctica cotidiana, hay que aleccionar a las mujeres de nuestra región para que adopten medidas drásticas denunciando todo tipo de abuso, ya sea el esposo, la pareja o conviviente, o cualquier persona desquiciada proclive a cometer maltrato físico contra la mujer.