Precedente para todos

La vida no es un juego. Responde a un solo tiempo entre el nacimiento y la muerte. Después de cruzar la línea de la existencia lo demás se hace humo, salvo recuerdos vinculados a la emoción y objetos materiales de uso de quien en vida fue. Y si de poner precio se trata al milagro de la existencia tendríamos que utilizar el símbolo finito matemático. La vida no tiene precio.
Esto lo saben, como muchos que han perdido un ser querido, la familia del humilde padre de familia muy trabajador como raspadillero y transportista que hace unos días encontró la muerte por la irresponsabilidad de un conductor que por su estado de ebriedad, lo atropelló aparatosamente causándole grave daño en órganos vitales que finalmente dejaron de funcionar.
Y en vida fue José Arlenson Ramos Ocampo. Podría haber sido cualquiera de nosotros que estando sin alguna enfermedad de sumo cuidado, nos hubieran condenado por la adversidad, a dejar de ver, acariciar, luchar por uno mismo, por nuestra familia, por nuestros hijos que son nuestros tesoros, y que por cuestión de segundos en acto irresponsable y criminal, nos niegan y sentencian a no verlos nunca más.
Cuántas lágrimas de la viuda, cuánto dolor de los niños pequeños que dejó, que aún sin comprender la magnitud del hecho sienten la ausencia de ese ser que les dio la vida y que de pronto lo ven entrar a casa dentro de un ataúd, inerte, sin expresión, sin haberse despedido, ellos no lo entenderán todavía hasta pasado unos años. Que Dios ayude a cerrar esas heridas del alma, que deja la ausencia eterna.
Será el destino dirán algunos, está escrito dirán otros, fue la hora podrán decir también; pero lo que ninguno de nosotros podrá negar es que se pudo evitar la muerte, que el destino también lo trazamos con nuestras actitudes acertadas o no acertadas. El culpable Víctor Rafael Serrubio Huancho, sentenciado a 4 años y 2 meses de cárcel, lo llevará en su conciencia y la reparación civil económica para la familia es un paliativo al inmenso dolor del alma.
Se hizo justicia, aunque en pocos años de encarcelamiento que no compensa con el tiempo que la familia dejará de ver a José Arlenson ya en la eternidad; pero sí algo importante, la jueza Erika Iberico Vega, ha sentado precedente para todos. No está permitido por la vida propia y por la de los demás, conducir en estado de ebriedad.