La truculencia politiquería en nuestro país ha encontrado caldo de cultivo en la actual estructura política del Perú; y esta vez ante la inminencia de un nuevo proceso electoral, atisba desde diferentes emplazamientos, la forma de infiltrarse en el acto electoral para colocar en el Congreso de la República a personajes intonsos y analfabetos en política que sólo obedecen consignas de sus mentores, sin interesarse en la ciudadanía que los eligió.
Todos sabemos que el parlamento es el fiel reflejo de la conducta de los partidos políticos, muchos de los cuales dejan en el olvido el hecho que los partidos políticos son instituciones básicas, pilares del sistema democrático, y capaces de orientar políticamente a la ciudadanía, de allí que preocupe la informalidad que amenaza infiltrarse para ganar terreno y desde allí debilitar y lograr que la moral política sea sólo un anhelo, una utopía.
En la medida que los partidos se activan dentro del rol que les ordena la constitución y la ciencia política, el poder legislativo deberá marchar mejor, más coherentemente, más sólido y respetado, así sus decisiones sentarán bases de una verdadera paz social
Las grandes democracias tradicionales del mundo caracterizan por la solidez de sus partidos, pero entendidos en el sentido estricto de la acepción, no por clubes o agrupaciones improvisadas, a las que se les coloca un membrete y nacen sólo en época de elecciones y desaparecen después, más aún sino tuvieron éxito electoral.
Sin duda alguna, quien tiene la responsabilidad en seleccionar a los personajes que deberán ir al congreso, son en su mayoría los ciudadanos votantes, que por ser mayoría pueden elegir a quienes en realidad fiscalicen y defiendan al fuero ciudadano, la constitución y las leyes. Ojalá.