PIENSAS: ¿Tapir o Humano?

Por: Fernando Herman Moberg Tobies
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hmoberg@hotmail.com
@FernandoMobergT

 

El humano es el ser más contradictorio por excelencia de la naturaleza, comete atrocidades sin la mínima piedad o remordimiento, que cuando es pillado, puesto al descubierto, baja la cabeza, se victimiza, niega o se excusa, lo más irónico es que cuando cometen las bajezas que condenan su alma a largo plazo,  no dudan en hacer daño a los demás a corto plazo, arrebatarles las cosas materiales, destruirles la dignidad o quitarles la vida.
Decimos que somos libres, y no podemos decidir nuestro nombre social, nuestra religión social, nuestra cultura social, nuestro tiempo social, ya no decidimos nuestros intereses como cuando aún soñábamos sin rendirnos a los placeres terrenales del materialismo social, vivimos cuadriculados en la rutina de un sistema económico obsesionados en los status  y el dinero que te permite todo y sin él nada se puede. ¿Quieres viajar a conocer la cultura de donde viene el cristianismo? tienes que pagar unos boletos aéreos para ir hacia allá, si quieres entender algo o ir en busca de lo que sea lejos de tu hogar, necesitas monedas y billetes.  Consideramos que desear lo que nos ofertan como perfecto o ideal debe ser nuestra meta, pero muchas veces esos beneficios no superan la tranquilidad psicológica que la persona necesita y  merece, vive estresada y en conflictos emocionales que se vuelven cíclicos e insoportables.
Decimos que somos iguales, y cuando ayudamos a los demás nos satisfacemos por lo poco que dimos o hicimos, en el fondo de nuestra consciencia excusamos no poder hacer o dar más, terminamos siendo incongruentes con nuestra esencia, porque lo que brindamos no es el mismo tiempo o dinero que usaríamos por alguien que está presente en nuestros pensamientos. Queremos algo y cuando vamos en busca de ello están impregnados de requisitos sociales que encontramos como barreras que estancan la motivación, depende de la realidad de la que cada uno proviene  para ser excluido de «buena educación particular», «salud respetable», «oportunidades de negocios rentables» o bendecido con «mejor conocimiento pagado», «clínicas decentes con calidad» y «formas de hacer dinero rápido».
Criticamos a los demás por lo que comen, visten u optan como estilos de vida social, se vuelven el tema de conversación de nuestras frustraciones maquilladas superadas o no, como si no reconociéramos que nuestras vidas también son o fueron complicadas, las personas andan en sus propias luchas, en busca de sus caminos, hay que aprender a respetar en todo los sentidos. No sé si olvidamos que a veces es difícil hacer las cosas de manera efectiva en el primer intento, olvidamos cuánto nos costó superar una relación o mejorar un defecto que no nos permitía evolucionar. Las palabras no tienen el fin de demostrar tu superación en busca de reconocimiento juzgando y demostrando tu superioridad social, las palabras están para solidificar lo que necesitas CONSTRUIR en tu camino, no DESTRUIR, he ahí su poder y condena.
Existen cantidad de ejemplos de la hipocresía pasiva de los humanos, creen en la religión y cumplen a medias sus normas, creo que la que es más justificada sería la de tener sexo antes del matrimonio y la de ser infiel ya casados, excusando el «instinto» o los problemas en el matrimonio, ¿por qué no se separa? si así podría hacer lo que le da en gana sin tener a nadie a quien dar cuentas, siendo sincero con sí mismo, con lo que siente, dice, hace, muestra, y de esa manera ser una persona realmente auténtica y no una que usa máscaras de acuerdo a lo que le conviene para su imagen social.
¿El ser humano nace destinado naturalmente como fin supremo a un sistema económico social, aquel que determina las conductas, los conflictos sociales y vacíos emocionales de cada poblador que vive trabajando para saciar sus necesidades con dinero absurdo y discriminador? y cuando quiere ser libre nuevamente como el adolescente que siente que el mundo puede cambiar, se da cuenta que su cuerpo ya no le permite, los años le quitaron su energía para favorecer a otros y terminó rendido. Quisiera ser un simple tapir y andar con mi manada feliz por la selva, si cuando fallezcamos seremos igual a toda la creación,¡qué más da! ¡Mejor quiero ser un tapir feliz que un instrumento frio y calculador!