PIENSAS: Posetón

Por: Fernando Herman Moberg Tobies
http://riendasciegas.wordpress.com
hmoberg@hotmail.com
@FernandoMobergT

 

Algunos eventos benéficos se convierten en la oportunidad perfecta para lavarse las manos popularmente, el dinero coimeado y hasta la hipocresía del interés al pueblo. Estoy por las escaleras que da hacia el escenario, aún arriba de la tarima la alcaldesa con su voz angelical modulada y monitoreada, se toma fotos con un combatiente limeño inflado y con conductas agresivas en sus relaciones amorosas (¿aplaudible?), perfiles que los adolescentes aplauden y gozan, posan para su selfie popular y la eminencia mujer abeja dona nueve mil soles, que es un chiste comparado a los porcentajes que “consigue” su inteligencia marital.
Bajan del escenario empujando a quienes aguardan colaborar y no posar políticamente por unos votos, la seguridad que custodia su valiosa y diferente vida a la del pueblo, se ponen matones con las viejitas que confían en la enmascarada y que vienen a tocarla para recibir algo de la miel que la golosea mezquina en su propio banquete, y son maltratadas por estos agentes “del bien” que terminan haciendo el mal a los que no sirven. Subo al escenario, saludo a las personas que vinieron a colaborar con esta causa social, invito a subir y poner su colaboración económica en el balde que permitirá que varios niños sean operados de males congénitos; presento a Larita y su grupo de rock, jóvenes loretanos que estudian, trabajan y hacen arte, el público es menos afectivo, a las justas logro escuchar diez personas aplaudiendo de las mas de cien que están presentes. Minutos atrás idolatraban, aplaudían a cansarse a un pegalón, que pasa las noches en juergas, no estudia y se la lleva fácil por pasar tiempo en el gimnasio y tomar pepas para su hermoso cuerpo que llegan a trastornar sus estados mentales y psíquicos, pero a los músicos iquiteños quienes son jóvenes decentes, no los motivan a que sigan creciendo, a nuestra propia gente.
Yo no soy un animador de eventos, no me interesa, no me gusta, pero en las ocasiones que participo lo hago solo por ciertas causas que están por encima de mi ego, ayudar; me siento ofendido que a los nuestros nadie los reconoce, si es que no se venden a algún polític@ que les “da brillo y bendición”, el talento queda solo en la esperanza de mejorar la realidad de nuestra ciudad que necesita un cambio total. Larita canta impresionante, me contagio con la magia que regala a los que prefirieron aplaudir como locos al “inflado especial” como si fuera un hijo de nuestra tierra y demostrando indirectamente que lo nuestro no vale y por consecuente que ellos mismos no reconocen que donde viven tiene algún valor alejado para ser aplaudido, lo que daría a entender que ni ellos mismos se quieren y se consideran inferiores a un ser desequilibrado que por salir en televisión nacional se convierte en un dios que pisotea al talento iquiteño. Después de moverme por la energía del grupo de rock que consiguió que logre bailar en el escenario cuando el año pasado me quejé de que una conductora de un programa musical oliendo a cerveza me obligara a bailar en cámaras que salía en todos los canales de la región. Mando mi mensaje travieso, hago recordar a las autoridades que por más que sea una fiesta, que no se olviden de mejorar nuestros hospitales, que eso también es importante como venir a posar por acá, me río y Larita vuelve a rockear.
Suben y bajan más niños a poner sus monedas y billetes, dicen sus nombres, mandan saludos y sonríen, soy un luchador social, conozco las penurias que vuelven una condena de sufrimiento la vida de algunos pobladores, converso de madrugada con las que barren las calles desiertas mientras comemos chocolates, voy a ciertos lugares a dejar algo de víveres que compro con mi propio dinero para niños que miran cosas que quisieran tener o probar y no pueden, condicionando sus frustraciones, porque la televisión y el mercadeo los condiciona a sentirse menos por no tenerlos, me alejo por las riberas a conversar con moradores que no pueden pagar por una digna salud, viven enfermos y el silencio se agranda en sus almas, camino escuchando historias asombrosas de superación y perseverancia que me impactan, mis lágrimas sienten el dolor de los que no tienen oportunidad, por eso no puedo ser ajeno y uno más de los jóvenes líderes sociales que son la voz de quienes se merecen respeto e igualdad y que aún esperamos democracia en nuestra ciudad. Me despido de los que están presentes, invito a subir a los siguientes conductores que algo comentan mirándome, planeando seguro cuál de sus máscaras usarán para agradar,  los sonrió perdonándolos y me retiro a seguir filosofando.