Perdón y gracias

Por: Raúl Cornejo Coa

Son dos palabras de corta escritura, pero, de significado profundo y que muchas veces nos cuesta mucho pronunciarlas mirando a los ojos de la otra persona. Y es que en los tiempos actuales, donde se va dejando de lado la comunicación y la expresión espontánea de los afectos en la interacción familiar, se presta mayor importancia a las necesidades materiales en desmedro de las necesidades espirituales y la salud mental de las personas.

Como seres humanos, tenemos algunas virtudes y muchos defectos. Estos últimos en parte son desconocidos para nosotros mismos, pero, las demás personas los perciben fácilmente. De ahí que se afirme que «nuestros defectos son como nuestros malos olores: a todos les molestan y nosotros ni nos damos cuenta». Por esos defectos que se pueden entender como acciones u omisiones, que de algún modo hayan podido ofender o causar daño voluntario o involuntario a otras personas es que de corazón, mediante estas líneas, pido perdón.

Pido perdón a Dios, por haber renegado o dudado de su amor y protección ante el infortunio que significó, años atrás, la inesperada muerte de mi padre por viles manos ajenas, sin haber considerado en tales momentos de dolor que Él, nuestro creador, en su magnanimidad no desea ni causa las desgracias de quienes son su creación, sino que es el ser humano quien en uso de la libertad que le dio, opta por el bien o el mal y que si escoge lo último puede causar daño moral o material a tantas personas inocentes.

Pido perdón a mis padres, por no haberles expresado en su oportunidad y como debiera, mi afecto y agradecimiento por lo mucho que me dieron por siempre. También si es que algunas veces les haya hecho sentirse juzgados e incomprendidos durante mi adolescencia y juventud, sin que yo haya tenido en cuenta que a pesar de sus múltiples carencias y limitaciones, lo único que hicieron fue brindar amor y dedicar todos sus esfuerzos para que sus siete hijos sean buenas personas. Ahora que soy padre, los entiendo y recién sé que siendo jóvenes, a veces  juzgamos a nuestros padres llevados por los ímpetus propios de la edad.

Pido perdón a mi esposa y a mis hijos, por los largos tiempos en que anteriormente no estuve con ellos debido a las particularidades del trabajo, por algunas acciones, palabras o silencios míos que pudieran haberles afectado, por mi poca expresividad afectiva que trato de ir superando, por no darles todo lo que quisieran, por no colmar quizá sus expectativas, por dedicar más tiempo del debido a mis actividades profesionales y por no haber estado en algún momento en que me hayan necesitado de verdad.

Pido perdón a mis hermanos, sobrinos, demás familiares, amigos, clientes, alumnos, colegas y otras personas más, por si en algo les haya podido haber fallado o decepcionado. También pido perdón a las personas que de verdad me hayan amado en mi juventud y de quienes me aleje por los vaivenes de la vida, por quizá haberles generado expectativas, por las primaverales promesas incumplidas, por todo el detrimento que involuntariamente les pueda haber causado.

Pero, también doy gracias. Gracias a Dios, por permitirme día a día el don de la vida, por haberme dado los mejores padres y familia, por iluminar mi espíritu, por hacerme un instrumento de su amor, por darme el hábito de la lectura y la cualidad de redactar para expresarme ante el mundo, por guiar mis actos con el inmensurable ejemplo de Jesús, su hijo único; por haber nacido en una patria hermosa e incomparable llamada Perú, plena de riquezas naturales, con una gran diversidad geográfica y cultural e incomparable gastronomía.

Doy gracias a mis padres. Por todo lo que me brindaron: su amor incondicional, sus esfuerzos, sus desvelos, sus preocupaciones y su ejemplo de vida pleno de trabajo y dedicación a sus hijos. Por tenerme presente siempre en sus oraciones aquí y en el reino del Señor, por haberme formado con valores morales y fe en Dios. Por las carencias que tuve estando con ellos, pero, que en el camino de la vida me sirvieron para valorarme, esforzarme y alcanzar progresivamente mis propios y modestos triunfos y así disfrutarlos mejor que si me hubieran brindado todo sin que me cueste esfuerzo alguno.

Doy gracias a mi esposa por su abnegación, comprensión y amor verdadero que sobrelleva las naturales diferencias de género, por su fortaleza y carácter que se complementa con el mío, por su dedicación al hogar y la familia en pleno, por todo lo bueno o difícil que hayamos pasado anteriormente y pasaremos juntos en el otoño de la vida. Doy gracias a mis hijos, por ser la razón y sentido de mi vida, motivo de mis esfuerzos, por ser parte y proyección de mí ser, por las alegrías y satisfacciones que me brindan.

Doy gracias a mis demás familiares, amigos, conocidos, colegas de trabajo, clientes, alumnos(as) de diversas instituciones y todos a quienes el destino cruzó en mi vida; por sus enseñanzas de vida, por su ayuda, colaboración, comprensión, aporte y todo aquello que me haya permitido crecer como ser humano. También doy gracias a todas aquellas personas a quienes no les haya simpatizado, por hacerme entender que como seres humanos somos diferentes y por tanto podemos concebir la vida desde otros ángulos y así aprender a ser tolerantes.

Finalmente pido perdón a todos mis lectores del importante Diario «La Región» de la amazónica ciudad de Iquitos – Perú y de mi blog en Internet, por no haber escrito por un tiempo para ustedes. De corazón les doy las gracias por leer esta catarsis personal y mis diversos textos.-  Gracias, gracias, muchísimas gracias.

Un comentario sobre “Perdón y gracias

  1. No tengo la menor idea del por que,solo que puedo anadir que es importante hacer un alto en nuestra vida y rendir homenajes, pedir perdon y dar gracias, que Dios te Bendiga

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