¿Padre pródigo?

  • En muchas familias loretanas no se celebró el Día del Padre:

Por: Adolfo Ramírez del Aguila.
arda1982@yahoo.com

 

Ayer, tercer domingo de junio, fue un día especial. Los hogares del Perú agasajaron a lo grande al ser que mayor poder de influencia tiene sobre los hijos: el padre. Su ausencia en el hogar, es quizá el drama más triste y traumático que inquieta a la sociedad de hoy. El padre, a diferencia de la madre, es la figura que más ha fallado en su rol propio. La madre nunca podrá ser padre y madre a la vez. El vacío que deja un padre ausente por múltiples motivos, es una realidad que atenta al mismo futuro de la sociedad.
Felicitaciones a todos los papás que aún se mantienen vigentes y no han abandonado el hogar a pesar de las tempestades conyugales y mantienen a la familia unida; pero, este artículo está dedicado a todos esos hogares que han pasado ayer con una gran vacío en la estructura familiar, la ausencia del padre que se fue. Hijos sufriendo las consecuencias de la separación de sus padres, sin entender el drama en su complejidad; esposas al borde del colapso afectivo por no tener al lado al hombre que prometió amor eterno; entorno familiar que vive también el problema como suyo, sin saber qué hacer; sociedad que se pone en crisis cuando las familias no logran su felicidad plena.
Cuando la pareja decide separarse y normalmente es el padre quien abandona el hogar, marcará el comienzo de una sensible etapa familiar caracterizada por los reproches, las mutuas acusaciones y las soluciones violentas ante la crisis. Y como en una guerra del vale todo, se da muchas veces, el triste momento de la burda utilización de los hijos para buscar adeptos a la causa de ambas trincheras. Yo siempre recomiendo a los hijos de padres divorciados, que a veces es mejor no tomar partido por ninguno de los dos contrincantes y hacer un esfuerzo de imparcialidad.
En un divorcio, los que pagan los platos rotos son los hijos. Los padres separados ya han «solucionado» sus problema de convivencia, separándose; son los hijos los que sufren por tener a sus padres enfrentados, ellos los quieren unidos, es un derecho de la prole; los hijos quieren a la madre, quieren de igual manera al padre y es una pesadilla tener a dos seres queridos, en situación de peleados y separados. La situación se agrava cuando los hijos son aún menores de edad.
Muchos alumnos míos que atraviesan situaciones de ruptura familiar, me comparten sus sufrimientos y peligrosamente algunos de ellos, se sienten culpables de esa disgregación. La concentración en clase es casi imposible y el rendimiento escolar baja automáticamente. Siempre les animo a tener fe en que el problema se solucionará y que la vida tiene que continuar con mucha resiliencia. El problema es que la escuela tiene la limitación de no poder medir el impacto a futuro en la personalidad del estudiante cuando estos problemas no se solucionan.
Muchas mamás, como resignándose a su suerte, deciden ser padre y madre de sus hijos. Una tarea imposible, porque mientras la madre es ternura y sensibilidad, el padre es disciplina y rectitud; mientras la madre es gallina que cuida los polluelos, el padre es gallo que picotea a los hijos para que se independicen. Querer cumplir los dos roles es una empresa contradictoria.
Se hace pertinente una mirada racional al problema y si es posible con la asesoría profesional de un psicólogo o asesor espiritual, para que la separación sea asumida con una perspectiva de solución y no quedarse entrampada por años, lustros y décadas. Yo siempre oro por las familias separadas y así peque de conservador, oro para que ese hogar se recomponga y que el padre vuelve a la casa, sea un padre pródigo. Pero también rezo para que la mamá perdone al padre y le dé una nueva oportunidad.
A veces es un error, promover la reconciliación de pareja solo teniendo en cuenta a los hijos. «Voy a regresar con este hombre, solo por mis hijos» dicen algunas esposas resignadas. Es un buen motivo recomponer la pareja a causa de los hijos, puede ser un primer buen paso. Sin embargo, se hace necesario, una reconciliación conyugal en función de la propia pareja, y así surja la imperiosa necesidad de una nueva oportunidad por amor mutuo.
¿Será posible tanto milagro? Creo que sí. Conozco muchas parejas que dieron el paso increíble de la reconciliación y han sido nuevamente felices. A veces se hace necesario una crisis matrimonial para generar una oportunidad de crecer en calidad de pareja. Como manda al análisis FODA, las dificultades deben ser oportunidades maravillosas para generar oportunidades, no pretextos para tirar la toalla.
Que Dios padre bueno y misericordioso, ilumine a todos nuestros papás separados para que recapaciten y racionalicen su delicada situación afectiva de ruptura, y encuentren en la oración el poder y la decisión de salvar su vida en pareja. Los hijos, tienen derecho a tener a sus padres unidos en el fragor del amor, para forjar su personalidad en un ambiente agradable que ayude a templar su carácter, a dominar sus afectos y a desarrollar su capacidad de enfrentar los problemas desde la seguridad de un hogar unido.
San José, padre amoroso y fiel, ruega por todos los padres separados. Amén.