Por: Moisés Rengifo Vásquez
Los pueblos indígenas tienen el derecho a ser respetados y no permitir la invasión de sus bienes culturales ni territoriales que constituyen su espíritu y su medio material de vida respectivamente. Por lo que es necesario mayor sensatez, consideración y apoyo para promocionar y fortalecer esta riqueza pluricultural y multilingüe que honra a la Amazonia y al Perú.
Tan solo recordar que en el pasado los pueblos indígenas fueron víctimas del cruel maltrato al invadir sus territorios para la extracción de los recursos naturales como el caucho, el petróleo, las maderas, etc. y hasta su cultura y su lengua con el establecimiento del tipo de educación caracterizada por el proselitismo religioso y alienante que afectó la vida de estos pueblos, dejándolos como herencia los bosques depredados sin árboles para construir sus canoas, los suelos empobrecidos, las aguas y el ambiente contaminado causantes de enfermedades, con el tipo de educación escolarizada y básicamente cognitiva sin condiciones creativas para desenvolverse en la satisfacción de sus necesidades, y todavía, en la actualidad, muchos profesores con el titulo pedagógico a nombre de la Nación tratan de ingresar a esas comunidades para ser nombrados con el tipo de educación que no contempla, su cosmovisión, sus principios, valores, sabiduría, formas y estilos de vida de estos pueblos.
No es el hecho de ser comunidades indígenas cerradas. Son comunidades abiertas para quienes respetan su cultura y contribuyen a su bienestar con sus actitudes, sus conocimientos y otros elementos que concuerdan con su proyecto de vida en el marco de interculturalidad en el mundo globalizado que vivimos.
Tan es así que en estas comunidades existen maestros indígenas y no indígenas. No son aceptados los altivos, arrogantes por mantener e imponer sus propios conocimientos y formas de vida, los legalistas que no se adaptan al tipo de educación que las necesidades exigen y no se integran a la comunidad, etc.
Por eso las comunidades se rigen por su Estatuto, y en muchas de éstas especifica que si algunas personas o familias solicitan vivir en su espacio comunal, en principio le aceptan y si en el periodo de 03 a 04 meses comprueban que no cumplen con las normas establecidas, le retiran de la comunidad y no se aferran a continuar viviendo en el lugar, como lo hacen muchos maestros que por ser nombrados sin el aval de la comunidad -aunque les rechace la población- por capricho permanecen en el lugar entorpeciendo el proceso educativo.
Frente a esta situación saludamos y aplaudimos a las autoridades de educación por las medidas que están tomando para que el maestro sea nombrado, además de haber obtenido calificación aprobatoria en la prueba escrita, debe tener el aval de los dirigentes de base de la Organización Indígena, presentar la Monografía de la comunidad donde postula para demostrar si conoce esa realidad y demuestre en la práctica el plan, desarrollo y evaluación de una jornada pedagógica con las formas y estilos de aprendizaje de los alumnos.
Si esta estrategia para nombramiento de los maestros en las comunidades indígenas hubieran aplicado en años anteriores, no existieran los problemas de profesores nombrados sólo con el llamado examen y simple «clase modelo» que no reúnen las condiciones pedagógicas y culturales porque están coludidos de esa mente colonizadora que mucho daño están haciendo a los niños y a la población en general.