Nuestras calles

POR: CÉSAR SÁNCHEZ ARCE

Caminamos por las calles de nuestra ciudad atónitos ante el espectáculo montículos de basura por doquier; calles  sucias que hace mucho dejaron de ser barridas con regularidad; calles con olores nauseabundos y con la cotidiana presencia de gallinazos que cada día son más audaces  y ya ni vuelan al acercarse los peatones sino que únicamente  se alejan brevemente con sus característicos saltitos para luego continuar con su actividad carroñera. Caminamos  con  la mirada vuelta  hacia el suelo  a veces sin percibir siquiera quién se cruza con nosotros.

Qué viene pasando con nuestra ciudad que está tan descuidada? Qué nos pasa a los  comunes peatones que día a día transitamos a pie por las diferentes arterias de esta ciudad, que nos cobija  y nos aturde con la estridencia de ruidos extremos a los que nunca nos acostumbraremos?

Quién no ha caído de pronto en plena calle o ha sido testigo de una aparatosa caída de un desprevenido transeúnte?  Y es que no hay cuadra de  calle, jirón o avenida en la que no haya cajas de medidores de agua o  buzones sin tapa;  veredas desniveladas y con huecos que semejan trampas a la espera de desprevenidos y presurosos caminantes que de repente caen atrapados – sorprendidos, adoloridos y abochornados – muchas veces con lesiones  graves  de las que nadie es responsable. Porque, digámoslo, es criminal encontrar en la calzada,  al filo de la  vereda, resumideros sin rejilla en la que  puede uno caer cuando, preocupado por no ser arrollado por motos, mototaxis o microbuses que circulan sin respetar el derecho de paso peatonal, está tratando de cruzar una calle. O nos vemos obligados a bajar de la vereda porque irresponsables propietarios de motocicletas estacionan sus vehículos en medio de  ellas impidiéndonos el paso, o porque vecinos que construyen o reparan predios dejan material o desmonte obstruyendo el paso como si el espacio que es público y nos  pertenece a todos, fuera propiedad privada.

Lo grave de todo esto es que no hay quien haga algo; pareciera que no hay autoridad capaz de percatarse  de una  problemática tan cotidiana y a la vista. Porque nos estamos refiriendo a calles céntricas, las  principales de la ciudad, por donde transitamos diariamente quienes  vivimos en ella y los turistas que nos  visitan.  Entendemos que las principales autoridades – en tanto que tales – han dejado de ser peatones, encapsulados en sus oficinas y despachos o transitando en sus vehículos oficiales de vidrios polarizados, no tengan oportunidad de  encontrarse con  realidades tan, digamos, menudas; pero no hay acaso funcionarios  o encargados de menor nivel capaces de dar cuenta de lo que  ocurre fuera del ámbito de su pequeño mundo burocrático?  O es que el orden, la limpieza  y la seguridad no es importante para quienes administran una ciudad que ni siquiera es grande.

Habrá muchos excusas y explicaciones para tratar de justificar lo injustificable. Se dirá que no hay dinero para arreglar veredas porque hay asuntos más urgentes que atender (?). Pero veamos, no solo es cuestión de dinero, algunos aspectos de la problemática que comentamos  solamente  requieren de  interés y decisión en poner algo de orden  coordinando, por ejemplo, con la policía de tránsito para multar o llevar al depósito vehículos estacionados en las veredas – muchas veces a vista y paciencia de los mismos policías que patrullan en parejas – en  la puerta de casinos, billares, oficinas, tiendas, bares o domicilios particulares.

Las tapas de cajas o buzones robadas no es un misterio a dónde van a dar,  cualquiera sabe quiénes las compran a precios de miseria como chatarra. No hay quien  denuncie, persiga y castigue al ladrón y al receptador de esta criminal acción?

No hay una dependencia municipal que tenga que  ver con el ornato de la ciudad o con el control de construcciones, que pueda notificar y eventualmente multar severamente a quiénes usan veredas y calzada como depósito permanente de material o desmonte?

No imaginamos cuál será la excusa para la irregularidad en el recojo de la basura que es un asunto que aqueja a la ciudad desde hace mucho tiempo y que francamente parece de imposible solución para las autoridades. Ya no hay horarios ni días conocidos para la circulación de los  pocos vehículos recolectores y vecinos que, sumándose a este desorden, arrojan su basura diaria en esquinas sin importarles lo cerca que estén colegios, iglesias, etc. Es un horror lo que vemos diariamente en la intersección de Arica  con Palcazu y muchos otros lugares tan céntricos como este.   Aquí no se puede aceptar bajo ninguna circunstancia el argumento de la falta de dinero. No es posible concesionar este servicio por un período de varios años, para evitar la anual negociación que inevitablemente genera compromisos nada santos, condicionando la implementación de una planta de tratamiento de la basura y con cláusulas de severas sanciones si el servicio se interrumpe?

Puede haber tanta indolencia o ya nos hemos acostumbrado a vivir en medio del caos,  la basura, la inseguridad, el desorden y la falta de capacidad para solucionar asuntos tan elementales?

Nos  preguntamos si los ciudadanos que  se postulan para cargos de gobierno local o regional tienen realmente planes de administración que puedan hacer efectivos cuando, favorecidos por el voto mayoritario, accedan a esos cargos. Conocen la realidad presupuestaria y financiera de la entidad a la que aspiran y  que enfrentarán  cuando sean gobierno? Porque es muy fácil argumentar que la administración anterior dejó deudas que hay que asumir y que impiden iniciar de otra manera la nueva gestión: esto lo tenían que saber y debieron contar con un adecuado plan de acción.  Y, en último caso, pasado un tiempo ya deberían saber cómo actuar,  porque para eso quisieron el cargo, y supuestamente estuvieron preparados para administrar la  problemática de una ciudad que día a día se deteriora por  culpa de todos, pero principalmente por la incompetencia de quienes gobiernan sin  un derrotero definido.

Los contribuyentes tenemos el derecho de exigir que el Estado, en sus diferentes estamentos, nos ofrezca un lugar mejor para vivir.