“Nos sentimos impotentes cuando vemos publicidad que dice lavarse las manos, pero nosotros no tenemos agua”

  • Expresó una madre de familia en cuya humilde casa viven 8 personas.

Su morada está levantada sobre palos hundidos en cerros de basura que se exhiben cuando baja el nivel del río. Una bandeja con agua a un lado de los desperdicios, da idea de lo mal que esos vecinos lo pasan siempre.
Esas realidades e imágenes muestran las profundas contradicciones entre lo urbano y los asentamientos humanos o pueblos jóvenes, donde las confusiones están a la orden del día ya que los niños ven televisión donde dicen que deben lavarse las manos con jabón y bastante agua; cuando ellos en sus humildes viviendas ven sufriendo a sus padres para comprar un balde o bidón de agua al día a fin que no desmayen.
Múltiples realidades en una región o ciudad que alberga a pobladores con condiciones paupérrimas a no mucha distancia de otros, que sí han podido salir de zonas deprimidas. Su mente parece mantener las prioridades de siempre, como es adquirir agua y alimentos en el día a día para sus familias.
Quizá por eso, en este marco de coronavirus, ellos siguen haciendo desplazamientos excesivos y de alto riesgo para contar con la prioridad familiar. Siguen caminando a diario por un laberinto de riesgo, porque no les queda otra. La pobreza les estrangula el estómago.
Bárbara Flores, vive hace 15 años en el asentamiento humano “Yván Vásquez”, 8 personas viven en su morada. “Acá nunca hay agua, ni siquiera ahora con el virus las autoridades envían cisternas o moto furgones con bidones de agua para sobrevivir. Nosotros compramos el bidón a un sol, dos bidones nos dan a dos soles con cincuenta céntimos. Si no entra el vehículo tenemos que salir hasta Masusa a comprar.
Miren ese grupo de personas, van en busca de agua, la gente se empieza a desesperar más. Nadie, absolutamente nadie nos trae agua, ni Sedaloreto, ni la alcaldesa de Punchana, ella ya nunca ha regresado por acá.
Vemos en la televisión que el gobierno hace publicidad y nos manda a lavar las manos de manera constante y con bastante agua. Nosotros nos sentimos bien impotentes y hasta cólera no da, porque nosotros no tenemos agua para hacer lo que dicen ellos.
Con las justas tenemos para comprar bidones y que nuestros hijos sobrevivan”, habló la señora sobre la bárbara situación por la que atraviesan desde siempre, con virus o sin virus. “Acá nos morimos de sed, queremos agua, que vengan a dejarnos”, imploró la madre.