Nada se crea, nada se destruye, todo se transforma

Hace tres años,  el Ing. Róger Beuzeville Zumaeta, se aceró a proponer algo a dos  buchisapas que me acompañaban y a un flaco que parecía lombriz de tierra.
Personalmente,  creo que Róger, de la cuadra once de la calle Arica, es uno de los mejores investigadores y académicos, entre otros,  egresados de la UNAP. Eso no tiene discusión y son testigos docenas de profesionales que acudieron a él para que elabore sus tesis para ingeniero.
Por eso, cuando se acercó a nosotros con la propuesta, le atendí solícitamente. La experiencia que proponía Róger  era dar a los dos buchisapas dietas especiales de alimentación y en Quistococha, iban a recolectar los desechos del proceso alimentario de cada silo construido para cada uno de ellos, para abonar parcelas experimentales de tomates.
Los buchisapas aceptaron ser conejillos de indias. El flaco por supuesto iba a ser el testigo del experimento. En realidad la propuesta no se llevó a cabo debido a que lo de Róger era una conversación entre irónica y técnica, pero, nos comentó que esa experiencia científica y otras las  elaboró en Colombia, donde fue hacer especializaciones, las había hecho en campos experimentales con abono de desechos humanos, obteniéndose inmensos tomates y en gran tonelaje. Nada se crea, nada se destruye, todo se transforma.
En 1984, en la comunidad de Negro Urco, en el río Napo, nuestro equipo de transferencia técnológica de pisicicultura (ttpr), implementó  un estanque piscícola de 3000 metros cuadrados, capacitamos a los nativos, sembramos 3000 alevinos  y nos retiramos volviendo de vez en vez a supervisar.
En 1986, para Semana Santa, necesitábamos pescado para expender en la pescadería de la calle Ramírez Hurtado. Recordamos todo lo sembrado en diferentes sitios e implementamos una embarcación de 5 toneladas de capacidad y recuerdo que con Juan García y seis bravos pescadores fuimos a Negro Urco.
Bajamos el agua del estanque con apoyo de los nativos que vivían en esa, y para nuestra sorpresa cosechamos 4 toneladas de gamitana de 6 kilos la unidad. ¿Pregunté al jefe del sitio y a los que nos acompañaban con què los alimentaron para que crezcan de tanto peso? Me indicaron varios silos de madera y diferentes sitios donde la gente se ocupaba, como decía mi abuelita,  después de transformar sus alimentos.  Nada se crea, nada se destruye, todo se transforma.
Aquì, pues, tenemos dos paquetes de alta tecnología, de punta como diría el pepino, uno realizado por uno de los mejores investigadores loretanos en cuestiones agrícolas, como Róger Beuzeville, con sistematización científica y otro, elaborado por nativos de Negro Urco, en el Napo.
El pescado se vendió en la pescadería antes mencionada y nadie se enfermó, todos comentaron qué rico sudado, qué rico ahumado, ¿no hay más?
Es que existe ese principio físico, bioquímico  del titular de la nota y algo importante, el mensajero del ADN, ya no llega completo. Pero este es otro tema. De lo contrario todos mis compadres y amigos de Belén estarían muertos y enfermos, ya que todos los días comen y comemos esos gordos y hermosos cunchis, dorados, cahuaras, etc. Nada se crea, nada se destruye, todo se transaforma. Aquí tienen dos paquetes más de  punta o de alta tecnología