- Mujer de 62 años superó un grave derrame pericárdico tras una delicada intervención cardiovascular en Iquitos.


Una historia de fe, esperanza y ciencia se vivió recientemente en el Hospital Regional de Loreto (HRL). Keomara Graciela Manrique Pacaya, de 62 años, llegó al nosocomio en estado crítico, casi inconsciente y con serias dificultades para respirar. Había sido referida desde la comunidad de La Boca del Puinahua, en la provincia de Requena, creyendo que su enfermedad era consecuencia de una brujería y que su destino estaba sellado. Sin embargo, pidió ser trasladada a Iquitos para luchar por su vida.
Al ingresar al hospital, los médicos del servicio de Cardiología y Cirugía Cardiovascular detectaron que Keomara sufría un derrame pericárdico severo causado por un absceso pericárdico, una infección que acumuló gran cantidad de pus alrededor del corazón, impidiendo su normal funcionamiento. De no haberse intervenido a tiempo, la paciente habría sufrido un paro cardíaco irreversible.
El equipo médico, liderado por el cirujano cardiovascular de turno, actuó con rapidez y precisión. A través de una delicada incisión en el tórax, lograron acceder a la zona afectada y drenar aproximadamente un litro de pus, liberando la presión que comprometía gravemente la vida de la paciente. El procedimiento fue exitoso y marcó el inicio de una larga etapa de recuperación.
Keomara permaneció un mes y ocho días internada, recibiendo atención permanente de médicos especialistas, enfermeras y personal asistencial. Durante ese tiempo, su estado de salud mejoró progresivamente gracias al esfuerzo conjunto del equipo del HRL, que no escatimó recursos ni horas de trabajo para garantizar su restablecimiento.
A lo largo de su tratamiento, la paciente mantuvo una firme fe en Dios, convencida de que su sanación era resultado de la unión entre la ciencia y la espiritualidad. “Yo sabía que Dios estaba conmigo. Oraba todos los días y pedía que las manos de los doctores fueran las manos del Señor”, relató conmovida desde su habitación antes de recibir el alta médica.
Hoy, completamente recuperada, Keomara se despide del hospital con el corazón lleno de gratitud. Agradeció a los médicos, enfermeras y personal del Hospital Regional de Loreto por su dedicación y entrega. “Estoy viva gracias a Dios y a los doctores del hospital. Mi fe nunca me abandonó, y ahora sé que los pensamientos positivos también curan el alma y el cuerpo”, expresó sonriente.
El caso de Keomara Manrique se ha convertido en un ejemplo de esperanza y superación dentro del Hospital Regional de Loreto, recordando a la comunidad que la combinación de la fe, la confianza en la medicina y la entrega del personal de salud puede obrar verdaderos milagros. (K. Rodriguez)





