Mezquindad

Por: José Álvarez Alonso

La mezquindad es el peor pecado para un indígena amazónico: el mezquino, «mishico» en charapa, es más despreciado que el ladrón, el mentiroso, o incluso que el sacavueltero… Las sociedades amazónicas tradicionales han sido siempre muy solidarias, pero esta solidaridad se está perdiendo rápidamente en las cada vez más individualistas, competitivas y egoístas sociedades urbanas.

El diccionario de la RAE define a la mezquindad como la «falta de sentimientos nobles», y también «obra o dicho despreciable resultado de estos sentimientos», y «falta de generosidad». Hay varios tipos de mezquindad, además de la más obvia, la del que no comparte lo que en justicia se considera que debe compartir. Porque mezquinos son también los que no reconocen en los otros méritos, virtudes o valores, o quienes ejerciendo un cargo o usufructuando una situación de poder no cumplen con su deber, no solucionan problemas a pesar de estar en su mano, o no usan su influencia para ayudar a los otros.

Voy a citar a vuela pluma algunos ejemplos de obvia mezquindad, aunque seguro que el lector se le ocurrirán muchísimos más en su entorno o en la vida social de esta cada vez más mezquina sociedad. Como no puedo tocar todos los campos, me centraré en el tema de la mezquindad (y la consiguiente serie de «obras y dichos despreciables», siguiendo la definición del diccionario) en relación con la campaña contra los excesivos ruidos que agobian a la ciudad de Iquitos y frenan gravemente su desarrollo, especialmente en los campos educativo, turístico y de salud. Cabe resaltar que esa campaña ha sido promovida por un grupo de ciudadanos voluntarios, que aportaron su tiempo gratuitamente sin más ambición que servir a la ciudad, y quienes nunca manejaron más dinero que el de sus propios aportes.

»           Mezquindad de las autoridades (Alcalde, Jefes Policiales) que teniendo el poder en su mano y la ley de su lado, así como el personal y la capacidad de solucionar los gravísimos problemas del caos vehicular y los ruidos molestos en Iquitos, no han hecho gran cosa, al menos mínimamente efectiva, y han permitido que por años sigan la tortura y el sufrimiento de miles de personas, que no pueden descansar en las noches, no pueden estudiar en los colegios o en sus casas, o no pueden sanarse de una enfermedad por un simple problema de desidia y falta de autoridad.

»           Mezquindad de algunos periodistas que, dejando de lado el fondo de una campaña tan beneficiosa para la sociedad como la del Comité Cívico Todos contra el Ruido, se han dedicado a criticar nimiedades de algunos de sus miembros, como si de esas ridiculeces se tratase el asunto, en vez de ver el tema de fondo, y no han tenido la decencia de apoyar una campaña tan beneficiosa para la sociedad…

»           Mezquindad de las empresas fabricantes y distribuidoras de motos y motocarros, las que a pesar de sus enormes ganancias, no han apoyado la campaña contra el insoportable ruido que sus vehículos producen, con sus tubos de escape de mala calidad y manipulables fácilmente por los irresponsables conductores (sólo una empresa relativamente nueva en el medio ha apoyado la campaña contra el ruido).

»           Mezquindad de quienes gerencian o poseen medios de comunicación, y obtienen de ellos suculentas ganancias, porque no han tenido el gesto de devolver de algún modo a la ciudad que tanto les ha dado, a través de campañas educativas sobre el problema del ruido en particular, y otros problemas ambientales en general.

»           Mezquindad de los empresarios y otras personas pudientes de esta ciudad, que no han hecho gesto alguno significativo para apoyar la campaña contra el ruido durante cinco años, a pesar de lo que perjudica a sus negocios y a sus trabajadores, sin hablar del enorme daño que el excesivo y evitable ruido hace cotidianamente a niños, enfermos y ancianos.

»           Mezquindad, cómo no, de los malos conductores y pésimos ciudadanos, que por un capricho ignorante manipulan sus vehículos para meter más ruido, mezquinando (nunca mejor dicho) la debida tranquilidad a sus colegas motocarristas, y al resto de los ciudadanos; y mezquindad de sus padres o parientes (la mayoría son jovenzuelos, o subadultos infantiloides) que viendo cómo sus hijos, nietos, sobrinos o parientes torturan a sus conciudadanos, no los corrigen y más bien celebran sus estúpidas y dañinas ‘gracias’.

También se me escurren a la pasada algunos otros ejemplos de flagrante mezquindad:

»           Mezquindad de quienes, obnubilados por su odio político o sus prejuicios, no saben reconocer los méritos de sus oponentes políticos, destacando sólo lo malo sin reconocer siquiera un logro, y frenan, critican (o paralizan, si están en el poder) obras y proyectos de gran beneficio para la colectividad simplemente porque fueron iniciados o propuestos por sus oponentes políticos.

»           Mezquindad de algunos periodistas que han criticado con injusta virulencia a personas que hacen gran bien a la sociedad, frecuentemente ciudadanos de intachable trayectoria -muchísimo más intachable, sin duda alguna, que la de sus críticos-, simplemente porque no les gusta tal o cual gesto o actitud irrelevante; un ejemplo claro de esto son las críticas a dos insignes promotores de la cultura y la educación loretana, el P. Joaquín y el P. Pastor.

»           Mezquindad de empresarios regionales y nacionales, quienes a pesar de las ingentes ganancias que obtienen en la Región con el comercio, el aprovechamiento de recursos naturales u otras actividades, no han devuelto algo a la sociedad financiado ni siquiera una obra de bien social: museo, biblioteca, colegio, hospital, universidad (sólo se sabe de algunos extranjeros apoyando algunas de tales obras).