Loreto de luto, murió Antonio D´Onadío.

Agobiado por los efectos de una dolencia que acabó con su prolífica vida plena de realidades, Antonio D´Onadío Lagrotte  ha  dejado de existir, dejando honda huella en el recuerdo de todo un pueblo que honra como  un reconocido líder institucional, cuya figura tuvo rutilantes perfiles en las luchas de Loreto, por su  total reivindicación.

Ingeniero Químico de profesión, asimilado con el grado de capitán en el Ejército Peruano en la década del  sesenta. Antonio D´Onadío fue un luchador empedernido en lograr que no sólo en el ámbito del deporte se reconozca la valía de Loreto, sino también en el ámbito de instituciones prestadoras de apoyo social,  como el club de Leones, cuya presidencia ejerció en los años 1964 – 65, ostentando también el cargo de Presidente del Comité Nacional de Deportes, desarrollando en ambos destinos con  eficiencia y sobriedad, haciéndose acreedor al reconocimiento público por su labor.

Su inquietud por ver a Loreto ubicado en un nivel preponderante en el ámbito político nacional, lo lleva aceptar la invitación de la naciente Izquerda Unida, presidida a nivel nacional por el también inolvidable Alfonso Barrantes Lingán  para participar  en las elecciones   del 85, siendo elegido Diputado por la IU, durante la primera presidencia de Alan García.

Terminado su ciclo político como diputado, vuelve a su terruño y como es lógico en un hombre con sus virtudes, no puede permanecer  impasible a los devaneos del ejecutivo de entonces con el Ecuador y sintiendo en su alma luchadora que peligraba la integridad territorial nacional, acepta presidir el entonces novísimo frente patriótico de Loreto, cuya presencia en la lucha reivindicativa de la Amazonia, era determinante para lograr la victoria final.

Razones familiares y de salud, lo llevan a trasladar su residencia a Trujillo acompañado de su adorada esposa Judith y  de su señorita hija, es desde allí, donde siempre vigilante al destino de Loreto, lo encuentra la parca siniestra que se llevó su vida, pero no su alma siempre alerta a los reclamos de su pueblo: Loreto, el cual como epitafio, estamos seguros quisiera poner en sus labios lo siguiente : «Para mi tumba no me hace falta una loza/ si una necesitareis para mí./ querría que se leyese en ella». Él hizo propuestas, nosotros lo seguimos.