Ya no sabemos sí llorar o tragarnos nuestra impotencia, bueno ambas cosas tal vez, pero como muchos seguimos evidenciando lo que se descuida en sectores básicos para el desarrollo de la comunidad que requiere de habitantes saludables con cuidados desde el nacimiento.
Lo que ha pasado en el área de neonatología del hospital apoyo Iquitos tras una intensa lluvia, es una alerta de lo que viene sucediendo hace mucho tiempo y que en la actualidad ha empeorado, puesto que no se trata de gotas de agua, sino de una anegación que requirió que todo el personal ponga de su parte para sacar el agua.
Estamos hablando de un centro hospitalario, y lo que deja una enorme preocupación es que se trata, según lo revelado por el personal del hospital, es que esos techos y la infraestructura que lo complementa estuvieron en un proceso de refacción, entonces, cómo es posible que se ponga en grave riesgo a los recién nacidos.
De dónde vienen los errores, cómo ubicar a los responsables de estas deficiencias que podrían deslizar a indicios de actos de corrupción, donde la supervisión parece se ha convertido en un fantasma y campea la irresponsabilidad frente a ambientes muy sensibles.
Nos cae un rayo y no nos pasa nada, de que si ese hospital fuera de atención a personas de niveles económicos no pobres ni de pobreza extrema, tendríamos a actores haciendo una labor de oficio en defensa de la vida. Pero, no pasa nada, porque son personas humildes.
Esa es la desigualdad que tenemos en nuestras sociedades, donde los más vulnerables tienen que soportar y recibir lo que les arrojan, pero si esos presupuestos que provienen del dinero de todos tuvieran un buen uso, vale decir confirmado a través de excelentes obras, otra sería nuestra realidad, casi seguro como de otros países en buen desarrollo. Se tiene que buscar justicia para todos.