LA SEGURIDAD ALIMENTICIA EN LA AMAZONÍA.

POR: JUAN SOREGUI VARGAS.

Desde que apareció el hombre sobre la faz de la tierra, una de sus principales  preocupaciones fue y es satisfacer una de sus necesidades básicas primarias: el hambre. El ser humano durante miles de años ha realizado actividades extractivas y culturales para producir alimentos que le han permitido subsistir en su proceso evolutivo. No solo de pan vive el hombre, expresó el Galileo, con mucha razón. Supongo, que estas santas frases del Nazareno estaban dirigidas a aquellos que nadaban en abundancia material sin ser solidarios con sus prójimos. Hemos llegado al siglo XXI y las desigualdades continúan como hace miles de años. Especialmente se puede observar en una región o zona con gran riqueza de biodiversidad, pero, que solo un pequeño porcentaje de personas,  puede alimentarse correcta y oportunamente bien, mientras que la mayoría de esa población no alcanza a cubrir ni la mitad de sus requerimientos calóricos  para vivir de manera digna.

Hoy las superficies para producir alimento de todo tipo se han reducido en el mundo y a la inversa, la población se ha incrementado hasta llegar a 7 mil millones de habitantes. Y, la pirámide de esta sociedad tiene la misma características, los que están en la punta pueden  adquirir lo necesario y mucho más para alimentarse y sobre alimentarse, en tanto, la base de esta pirámide no tiene la seguridad alimenticia que necesita. Muchos factores inciden en esta contribución de la desigualdad en el plano de la  alimentación, que numerosas instituciones, con programas integrales,  han tratado e intentan  contribuir a disminuir con proyectos de manejo de la biodiversidad y con implementación de modernas formas de cultivo de diferentes productos, particularmente con la acuicultura. Los historiadores de la piscicultura o cultivo de peces de manera controlada o semi controlada, inician su crónica científica con una anécdota: En la edad media se habían reproducido de manera intensa los conventos y centros de formación de sacerdotes cristianos, especialmente católicos. La mayoría de ellos fabricaban sus propios productos alimenticios como el pan o curados de carne de cerdo o res y sus verduras. Sin embargo llegaron épocas difíciles para la generación de estos productos, por causas de alteración de los parámetros del clima, y la escasez llegó también a ellos con oraciones y todo. Un iluminado abad vio, cuenta el cronista, un pequeño ojo de agua que discurría por una parte de su terreno y con la poca técnica que tenía construyó una pequeña presa donde puso unas especies de peces llamadas carpas, recolectadas de la zona natural. Una piscicultura de almacenamiento para dar de comer a la docena de habitantes de esta abadía de la edad media. Con esta actividad crearon una especie de seguridad alimenticia que les permitió sobrevivir conjuntamente con sus oraciones y retiros. La piscicultura desde esa época ha ido creciendo en  todos los países del mundo, tratando de aprovechar todos los buenos terrenos y fuentes de agua para producir alimento para el abastecimiento familiar y, también, para comercialización, creándose empresas altamente rentables, utilizando técnicas validadas en las instituciones de investigación y promoción.

Existen en nuestro país y en la región amazónica, grandes paradojas: por un lado poblaciones que habitan zonas con una inmensa riqueza en todo aspecto, especialmente en lo de la biodiversidad, pero con una pobreza que no alcanzan a cubrir su seguridad alimenticia. Los factores son numerosos y sería largo enumerarlos. Lo importante es que instituciones gubernamentales y no gubernamentales, de promoción y de investigación, como en el caso del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana, están generando conocimientos validados con participación de los amazónicos para contribuir con la disminución de la desnutrición de la base de la pirámide poblacional.

Una zona donde han ingresado los profesionales y técnicos de esta institución, se encuentra en el Valle del río Apurímac que tiene 2 millones de hectáreas y más de 200 mil habitantes  con una  riqueza en recursos naturales, pero con problemas de contaminación de sus áreas naturales, presión de caza y pesca y  con desigualdad social.

Con diferentes programas, especialmente con los de AQUAREC, el instituto se va empoderando poco a poco del valle para de manera sostenible utilizar los terrenos y fuentes de agua para instalar cientos de estanques familiares y particulares y gubernamentales con fines de producción de carne para la seguridad alimenticia y con metas de formación de piscigranjeros y en el futuro hacer de estas actividades un emporio industrial con tecnología moderna de producción y transformación.

Los programas no solo son de instalación física y funcionamiento, sino de capacitación para producir millones de alevinos y larvas de boquichico, gamitana, paco, y miles de kilos de carne de pescado para la subsistencia diaria. En este nuevo enfoque de trabajo, que data desde el 2002, la contribución económica y promotora  de los gobiernos locales como la de Echarate, de Pichari, de Kimbiri, de San Francisco, de Río Tambo, de Satipo, de Perené y gobiernos regionales del Cuzco y Junín han sido de gran importancia para primero incrementar la seguridad alimenticia de sus pobladores y en el futuro tener empresas rentables social, económica y ambientalmente. Se están sentando las bases de actividades promotoras con tecnología moderna y de manera integral con otras actividades productivas y, esperamos que se continúe por ese camino del desarrollo sostenible, de lo contrario, si fallamos en el intento, todo volverá a ser frustración. Con esta novedosa actividad productiva, nos refieren comerciantes y periodistas que estuvieron por allí, se ha observado que las mamás machiguengas y asháninkas que antes solo alimentaban con pedazos de yuca y plátano cocinados a sus hijos, han incluido en sus comidas la  carne de pescado que cultivan en sus estanques familiares con asesoramiento de profesionales y técnicos del organismo investigador de la Amazonía peruana y con apoyo de sus gobernantes locales, tratando de contribuir a mejorar la calidad de vida de los que menos tienen.