La oveja negra

  • Luis Fernando Figari, fundador del Sodalicio de Vida Cristiana, fue separado intempestivamente:

Por: Adolfo Ramírez del Aguila.
arda1982@yahoo.com

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El título de este artículo es una expresión coloquial y muy popular: La oveja negra, hace referencia a una persona  que se comporta inadecuadamente y que no cumple los acuerdos del grupo. Un hijo que no quiere estudiar y se dedica a consumir droga ilícita, es una oveja negra para la familia. Un profesor que pierde la paciencia y rompe el palo en las espaldas de sus estudiantes, es una oveja negra para el magisterio. Un funcionario que roba de las escasas arcas de un municipio, es una oveja negra para la sociedad. La «oveja negra» entonces, es un antimodelo para  cualquier organización humana.
Y nuestra Iglesia Católica, no se escapa de tener entre sus miembros a la oveja negra indeseable. Es el caso del fundador del movimiento religioso Sodalicio de Vida Cristiana, Luis Fernando Figari, peruano de 69 años, que fue separado de su grupo nada menos por haber cometido durante décadas, una serie de abusos sexuales a sus seguidores cuando él dirigía la organización.
La noticia de su separación lo dio el actual líder del Sodalicio (Superior General se le llama en los términos eclesiales) Alessandro Moroni, quien el pasado martes 05 de abril dijo lo siguiente: «Consideramos al ciudadano Luis Fernando Figari, culpable de los abusos que se le imputan y lo declaramos persona non grata para nuestra organización que deplora y condena su comportamiento». Pidió también perdón a las víctimas por los atropellos sufridos y por no atender oportunamente a sus denuncias, «…por años -dijo Moroni- no hubo una respuesta satisfactoria y contundente de parte de nuestras autoridades». También pidió al Papa Francisco que Figari sea expulsado de la casa que tiene la organización en Roma (junto al Vaticano) en donde cumple actualmente un encubridor «retiro espiritual».
Que una familia o cualquier organización tome la decisión drástica de expulsar a la oveja negra de sus filas, es una situación siempre delicada. En el caso de un hijo que comete un error propio de su crecimiento, los padres siempre tendemos hacia una actitud más educativa, más regenerativa.  Las organizaciones normativamente, visualizamos un largo proceso de redención de la oveja negra; solo en casos extremos optamos por judicializar el asunto. En el caso de Figari, no hubo tal proceso de sanación institucional, en todo el tiempo que estuvo al mando del Sodalicio (por casi 40 años) hubo una política de encubrimiento a sus actos; recién ahora que el caso hace grietas por todos lados, se decide quitar cuerpo.
En el caso del Sodalicio no hay una sola oveja negra, son varias; en realidad toda la institución religiosa está contaminada por las ideas y actos del fundador. Cuando se desató la polémica, gracias a la valiente publicación del libro «Mitad monjes, mitad soldados» del periodista peruano Pedro Salinas, los actuales líderes de esta organización religiosa inventaron mil formas para defender a su fundador. La labor encomiable de un periodismo de investigación que le declaró la guerra a esta forma nada cristiana de encubrir a los pedófilos eclesiales (Figari es un laico), hizo que la cosa no diera para más y se tuvo que aceptar la realidad.
Viene a continuación la acción de los órganos pertinentes para hacer su trabajo de justicia y reparación a las víctimas que han denunciado estos abusos. Los más de 30 testimonios que presenta el libro de Pedro Salinas, son de adultos ex-sodálites, que fueron violentados sexualmente cuando aún eran jóvenes. Ellos testimonian que casi todos los líderes religiosos de ese entonces, tenían el mismo estilo del fundador Figari para «formar» a sus seguidores: maltratos psicológicos, maltratos físicos, agresiones sexuales y abusos de poder sistemáticos.
Actualmente, el Sodalicio tiene a cargo algunas escuelas privadas en distritos pudientes de Lima y los escolares que regentan, siguen siendo reclutados para ser Sodálites. El Ministerio de Educación tiene que intervenir de oficio, para salvaguardar la integridad de los miles de niños y adolescentes que aún confían ciegamente en la labor educativa de este movimiento cuestionado.
Es importante aclarar, que la labor educativa de nuestra Iglesia Católica, tiene un gran reconocimiento a nivel nacional; el hecho que surjan estas escalofriantes experiencias de ovejas negras que ponen en tela de juicio esta noble labor, no desacredita todo lo andado. Hay loables acciones de otras congregaciones, como los Jesuitas, que impulsan  tesoneramente a nivel nacional, los colegios «Fe y Alegría» en donde la pista termina, o sea en los barrios marginales, llevando educación de calidad a los más pobres. La experiencia más cercana en Iquitos de los colegios parroquiales dirigidos por los Agustinos, también es otra experiencia digna de resaltar.
Confiamos en los estamentos eclesiales y civiles para que este escandaloso caso de distorsión de la labor eclesial, sea pronto aclarado totalmente y que Figari y todos sus compinches se pongan a derecho y afronten estas serias acusaciones. Ojalá que esta expulsión operada desde adentro, no sea una cortina de humo para solo quitar cuerpo y continuar en lo mismo; se hace urgente, una reinvención del Sodalicio de Vida Cristiana y una intervención seria de nuestra Iglesia para su renovación total.
Pedimos a Dios padre misericordioso que nos enseñe a ser misericordioso con los pecadores de dentro y fuera de la Iglesia para así construir un Pueblo de Dios reconciliado, Iglesia que irradie esperanza a un mundo cada vez más confundido e intrigado. De la pedofilia, líbranos Señor. Amén.