Por: Raúl Cornejo Coa
El 23 de julio de 1941, durante el conflicto con el Ecuador, se produjo la Batalla de Zarumilla, que culminó con la ocupación de la provincia ecuatoriana de El Oro por parte de las fuerzas armadas del Perú. En dicha batalla participó el teniente José Abelardo Quiñones Gonzales, como piloto de un avión caza North American NA-50 «Torito», que pertenecía al Cuerpo Aeronáutico del Perú (CAP), el mismo que se inmoló mediante una acción heroica que lo pasó a la historia.
José Abelardo Quiñones Gonzales nació el 22 de abril de 1914 en el puerto de Pimentel (Lambayeque), sus padres fueron don José María Quiñonez Arízola y doña María Juana Rosa Gonzales Orrego. En 1935 ingresó a la Escuela de Oficiales de Aeronáutica, donde desde el comienzo, destacó por su entereza y dedicación a sus estudios y lecciones de vuelo. Durante la ceremonia de graduación realizó un arriesgado vuelo invertido y a pocos metros de la superficie, lo cual sorprendió a todos los asistentes por su espectacularidad.
Más adelante, el 5 de julio de 1941, estando ya el Perú en pleno conflicto con el Ecuador, el ejército del norte había atacado las guarniciones peruanas del río Zarumilla, por lo que en respuesta las tropas peruanas empezaron a emprender la marcha hacia las posiciones contrarias. La principal preocupación era bombardear las reservas enemigas que se encontraban en los puestos de Chacras y Quebrada Seca, las que impedían que el ejército del Perú avanzara.
Con la finalidad de abrir paso, el comando del entonces Cuerpo Aeronáutico del Perú (CAP), actualmente Fuerza Aérea del Perú (FAP), encargó dicha misión a la 41 Escuadrilla comandada por el teniente comandante Antonio Alberti e integrada por los tenientes Fernando Pareaud, José Abelardo Quiñones y alférez Manuel Rivera, quienes fueron los pilotos encargados de atacar dichos puestos, como primer objetivo.
Luego de recibir la orden, la escuadrilla aérea se dirigió a cumplir su misión, realizando virajes y centrando su ataque a las posiciones enemigas que respondían con disparos usando armas antiaéreas. Es así que en un momento de la acometida, los proyectiles antiaéreos disparados por el ejército ecuatoriano, impactaron en el ala y en el tanque de la nave número 3 pilotada por José Abelardo Quiñones, prendiéndose el fuego por los costados y empezando a soltar humo intenso.
Sin embargo Quiñones no se amilanó y en vez de salvarse saltando con su paracaídas, decide dirigir la nave que piloteaba hacia la batería o puesto de ataque de los enemigos desde donde procedían los disparos, logrando estrellar su avión contra ella y causar grandes destrozos a causa de la explosión generada. Había hecho realidad el lema de su escuadrón: «Derribado pero sobre el objetivo». (Alas de Gloria, UAP, Lima: 2004)
Con este acto de heroísmo, el teniente José Abelardo Quiñones Gonzales permitió, aún a costa de su propia vida, abrir el paso a las tropas peruanas y a la vez pasar a la inmortalidad, contribuyendo con su sacrificio y la de muchos otros militares que combatieron en esa batalla, la victoria en el mencionado conflicto con el Ecuador, habiendo sido ascendido póstumamente al grado de capitán.
En reconocimiento a la acción heroica que lo inmortalizó, el Estado Peruano durante el gobierno del arquitecto Fernando Belaunde Terry, lo declaró Héroe Nacional, mediante la ley Nº 16126 del 10 de mayo de 1966, perennizando su figura como defensor de los sagrados intereses de la patria, habiéndose establecido además el 23 de julio como “Día de la Aviación Militar del Perú”.
Posteriormente, con fecha 18 de diciembre de 2007 el Congreso de la República del Perú dio la Ley Nº 29160, en la que en su artículo primero confiere, a título póstumo, el grado honorífico de Gran General del Aire del Perú, al héroe nacional capitán FAP José Abelardo Quiñones Gonzales. En su artículo segundo, la citada ley menciona que en adelante, el héroe de Quebrada Seca y patrono de la Fuerza Aérea del Perú será designado como sigue: “Capitán FAP José Abelardo Quiñones Gonzales, Gran General del Aire del Perú”.
La inmolación de José Abelardo Quiñones Gonzales, fue voluntaria, consciente y plena de patriotismo, por haber ofrendado su vida de manera heroica en defensa de la patria. En gratitud se le recuerda cada 23 de julio y se honra su sacrificio e invalorable ejemplo. Su cuerpo descansa en la cripta de los héroes en la ciudad de Lima, pero su legado está en el corazón y la mente de todos los peruanos que aman y valoran a la patria. Honor y gloria a Quiñones y ¡Feliz día de la Fuerza Aérea del Perú!