La permisibilidad de un sistema con sus vacíos legales que la llevan a la fragilidad, hace que los jalones de pelo entre los poderes del Estado sea una constante gobierno tras gobierno de turno y cada periodo con sus ingredientes propios para desestabilizar a las gestiones.
Cualquier grupo político que gane, el que se quedó segundo o los que no llegaron emprenden una “guerra” de ataques para que internamente, disimuladamente y hasta con cierto descaro, ejercen presión para que la cuota de poder les llegue de alguna forma.
Y si ello no sucede, el enfrentamiento, el ataque hasta con calumnias juega un papel importante para la desacreditación a quien o quienes desean dejar sin piso y apartarlos a las buenas o a las malas del poder político, si es que no se cumplen exigencias subalternas al interés nacional.
Con esto no queremos decir que quienes están ejerciendo el poder son unos “santitos”, se tienen enormes sospechas generadas por ellos mismos y hasta evidencias en determinados casos. Vale decir es una pelea de poderes, donde el pueblo está en la tribuna aplaudiendo o lanzando arengas.
En ese escenario de jaloneos constantes se pierde mucho tiempo que se tienen que dedicar a proyectos de desarrollo que urgen en el país, en la región, en provincias y distritos. Mientras el Congreso de la República en su conjunto y de forma individual los legisladores, juegan su propio partido.
Es cierto que los intereses de los partidos han quedado como una de las primeras piedras contra la ejecución de las políticas públicas que se respaldan en un manejo netamente técnico y no político partidario, por lo que han quedado prácticamente en una situación de archivado.
Y siguen esperando estos programas y proyectos que algún día se les asignen el presupuesto suficiente, a pesar que se basan o derivan de proyectos de ley aprobados en el Congreso de la República y refrendado por el Ejecutivo. Esta es una de las tareas en las que se deberían focalizar los parlamentarios, pero no sucede, y el balance de sus gestiones no se percibe de buena forma por las mayorías.