Un voraz incendio se desató en la zona baja del populoso barrio de Belén ayer a las 2.30 de la tarde, cuando un balón de gas explotó en una de las viviendas del jirón Itaya.
Una nueva tragedia que viene a deslucir las celebraciones de la Navidad. Así como fue alguna vez ese gran incendio que hizo desaparecer medio Belén con muchos muertos, hoy los damnificados también son en gran número, los que deberán ser ubicados en lugares adyacentes, como se hizo aquella vez cuando fueron instaladas las famosas barracas en Próspero, Arica y Abtao.
La presencia de viviendas de material rústico, tablas y hojas de palma en toda la zona, es un factor determinante para que en cualquier momento se produzca un siniestro fatal. Las administraciones municipales del distrito de Belén de todos los tiempos, nunca han planificado nada para sacar de ese estado a este gran espacio poblado por gente de variopinta condición, donde se mezclan pobres y pudientes, desde quienes pasan el día haciendo cachuelos como cargadores de bultos, hasta los que comercian productos de pan llevar por miles de soles diariamente.
Por otro lado, una vez más se pone en evidencia la pobreza de nuestros bomberos que tienen que hacer denodados esfuerzos, para al menos minimizar el fuego, sin llegar a culminar su objetivo, que es controlar un incendio totalmente.
Otra vez tenemos que insistir en que todas las autoridades se decidan, poniendo cada uno los recursos necesarios, para adquirir un buen equipamiento para los bomberos. Iquitos y sus distritos aledaños no pueden seguir así, a expensas de la inseguridad.
La Navidad ha sido ensombrecida por la tragedia de ayer, en un lugar que tiene por nombre el mismo donde hace más de dos mil años, nació Jesús, el hijo de Dios.