“In Memoriam” MIGUEL OLAORTÚA LASPRA:

  • Morir en la Amazonía

Por: Adolfo Ramírez del Aguila

Llegó a estas tierras amazónicas hace 8 años. Era mayo del 2011. Recuerdo que me fui muy emocionado al Estadio Max Agustín de Iquitos para conocer al nuevo obispo. Habían llegado distintas personalidades del mundo eclesial católico, para acompañar al joven bilbaino de 48 años, en el inicio de su vida pastoral en estas tierras de la yuca brava.
Monseñor Julián García Centeno, ya hace buen tiempo que había cumplido 75 años y tocaba el cambio de mando. Según el derecho canónico, los obispos cesan en todas sus funciones administrativas y de encargaturas eclesiásticas y asumen la condición de obispos eméritos, un título elegante, equivalente a cesante o jubilado.
El nuevo obispo, Monseñor Miguel Olaortúa Laspra, designado por el papa Benedicto XVI, nació en Bilbao-España el 22 de noviembre de 1962, dentro de poco iba a cumplir 57 años. En 1981 inicia su vida religiosa agustiniana, camino al sacerdocio.
Después de pasar con éxito todas las exigencias de rigor eclesiástico, en donde muchos son los llamados, pero pocos son los elegidos, fue ordenado sacerdote el 04 de octubre de 1987, a los 24 años de edad. El pasado 04 octubre, casi viajando para participar en el Sínodo Panamazónico, había cumplido 32 años de ordenación sacerdotal.
Pocos sabemos que era de profesión docente, pues ya como cura estudió para ello en una universidad salesiana de Roma, recibiéndose en el año de 1990 de Licenciado en Ciencias de la Educación. Su pasión por la educación lo plasmaba en su dedicación especial a los profesores de religión a través de la Oficina Diocesana de Educación Católica (ODEC-Iquitos)
Cuando se desempeñaba como director de un colegio secundario de los agustinos en Zaragoza (España), le sorprende la noticia de haber sido elegido por el papa Benedicto XVI para ser ordenado obispo de la selva peruana. Efectivamente, el 02 de febrero del 2011 recibe el báculo de pastor e inmediatamente preparó su mochila misionera para venir a este lado del mundo para tomar posesión del Vicariato Apostólico de Iquitos.
En una fresca noche del 22 de mayo del 2011, y teniendo como telón de fondo verde la algarabía del pueblo católico iquiteño, asume la responsabilidad de dirigir a esta grey del Señor. La ceremonia fue en el Estadio Max Agustin. Casi todos los obispos de la selva peruana asistieron a este evento y también las dignas autoridades de la Conferencia Episcopal Peruana, y claro, no podía faltar el Nuncio Apostólico de ese entonces que trae Las Letras Apostólicas de la Toma de Posesión. En el Perú del 2011, terminaba el segundo gobierno de Alan García y estaba por empezar el de Ollanta Humala, dos presidentes de ingrata recordación para los amazónicos.
El resto de la historia de este joven obispo, se entrelaza directamente con la historia de la Amazonía, y sus luchas por hacer de este rincón de la creación, un lugar del Buen Vivir, con la práctica de la justicia para los pobres. El obispo de la selva, muy pronto entendió que “Ser un buen cristiano es ser un buen ciudadano”, uno de los lemas más recordados del Plan Pastoral Vicarial.
En ese batallar por hacer de su apostolado una misión posible de defender la creación de los caines que ensucian sus manos de sangre, petróleo y corrupción, se compra el lio de ponerse al lado de las causas indígenas. Todos recordamos, aquel año 2017, cuando mostró su gesto seguro de pastor con clara opción por los ninguneados, cuando irrumpió en la plaza 28 de julio y megáfono en mano les dijo a los nativos de Saramurillo en paro indefinido: “El grito de los indígenas es el grito de la Iglesia, de Jesús nativo, por una Amazonía sin contaminaciones ni mentiras.”
Todos reconocen el gran papel que jugó la Oficina Vicarial de Derechos Humanos, en la defensa de los más pobres de esta Amazonía: de las madres abandonadas, de los hombres sin derechos, de los niños sin alimentos. Esta oficina, fue el espacio de mayor avanzada misonera que impulsó el obispo Olaortúa, seguramente ganándose la indiferencia de los más poderosos, descendientes de los caucheros en Iquitos, que ya no querían darle donativos. La joven abogada Rita Ruck, su mano derecha, en temas legales, jugó un rol decisivo en la defensa de los pobres.
La muerte le sorprende y nos sorprende a todos, una lluviosa madrugada del 1° de noviembre, fiesta de Todos los Santos. El anda del Señor de los Milagros de esa noche previa, recorría las calles de Iquitos, mientras el pastor herido por la enfermedad agonizaba. Su última homilía que seguramente no tuvo tiempo de escribirla para la Acción significativa del Mes Morado, lo llevó digitado en su corazón, corazón enamorado de la Amazonía, pues venía de participar del Sínodo Panamazónico, en el Vaticano.
Pudo haberse quedado en Roma o España para descansar y recuperarse de salud en las mejores clínicas europeas con más tranquilidad y junto a sus familiares. Pero, la misión de entregar la vida en sacrificio, al estilo de Jesús, lo hizo volver a su amado Iquitos, sin presagiar que la hermana muerte, le estaría esperando.
Ayer lunes 4 de noviembre, sus restos mortales fueron enterrados en la misma Catedral, después de una Misa de Cuerpo Presente junto a sus familiares de sangre, que llegaron de España, a y su gran familia de hombres y mujeres amazónicos que lloraron su partida. Descansa en paz Monseñor Miguel, nunca le olvidaremos. Así sea.