Cuando todo hacía presagiar que podríamos tener un posible gobierno establecido dentro de los cánones que rigen el comportamiento de un estado hacia otro, surge en el escenario político nacional, donde aún se vienen cocinando las posibilidades de dos líderes en disputa por la presidencia del país, un exabrupto infeliz proveniente de uno de tales candidatos en referencia a un país vecino, lo que demuestra cuán falsa fue la mansedumbre mostrada por tal candidato en su carrera hacia el cargo presidencial.
Haciendo un algo de historia, podemos recordar como el ex comandante, sorprendió al país entero con el cambio de giro y de tono en sus intervenciones de fin de campaña, utilizando un lenguaje conciliador, prometiendo hacer efectivo lo que antes denostó, como es el caso de la pretendida anulación de los TLC en clara ruptura de acuerdos consagrados ya por leyes tanto nacionales como internacionales.
Asimismo, sus manifestaciones confrontacionales del inicio de la campaña, fueron abandonadas por un insólito cambio de actitud que acabó con el temor empresarial nacional, que veía amenazadas sus inversiones y que en menor número creen en tal cambio.
Y tal temor, al parecer, tiene visos de realidad, pues el respeto a que obliga el protocolo internacional entre países vecinos ha sido fracturado por el líder nacionalista, quien, al parecer, ya se siente presidente y basado en ello ha revelado lo que será su exigencia mayor a la nación chilena. Dicha exigencia en su contexto señala que Chile debería dar satisfacciones al Perú por los casos de espionaje y la venta de armas a Ecuador.
Retomando el tema sobre el cambio del todavía candidato Humala, tenemos que volver a recelar sobre su intención pregonada del cambio de la constitución, lo que según los analistas es una clara intención de perpetuarse en el poder si llega a la presidencia. Hay más, pero por ahora creemos que basta y sobra.