Es una regla humana que los niños tienen sentimientos confusos, precisamente porque son niños, ¿cómo tratar esos sentimientos?, pues un experto en el tema, el doctor Haim Ginot, ya fallecido, señala que se precisa que los padres traten esos sentimientos con tacto, firmeza y sobre todo dándoles a los hijos un hogar feliz donde aprendan a vivir en paz y no un campo de batalla.
En todo el mundo no debe haber un solo padre de familia, que al levantarse todos los días se proponga mortificar a su hijo; y ninguna madre que se levante pensando en acosar a su hijo con regaños ni humillaciones. Pues cuando cometen tal tropelía, y se dan cuenta que han ofendido a sus hijos, muchas veces es muy tarde, para hacer que los niños logren entender, que sus padres han estallado en desavenencias que hubieran querido evitar.
De todo esto convenimos en que para hacernos entender de los niños, necesitamos aprender maneras nuevas de conversar con los hijos, pues supongamos que un observador al margen de la familia, escucha una conversación entre un niño y su padre o su madre, advertirá con asombro, el escaso interés conque se escuchan uno al otro.
Tal conversación al parecer tiene más de monólogos contrastantes entre sí, cargado uno de censuras y otro de órdenes, y eso es trágico; pues la dificultad de entenderse con el hijo, no está en una falta de cariño, sino en la ausencia del respeto mutuo. No en la falta de inteligencia, sino en la carencia de habilidad.
Para hacerse entender de los hijos se precisa que en toda conversación con ellos, se respete el amor propio del niño y del padre. Aquí cabe un ejemplo, Enrique que tiene nueve años volvió furioso de la escuela, porque un día de campo organizado por su clase, se había suspendido a causa de la lluvia.
Por lo general, en su casa, cuando Enrique estaba de mal humor, se iba al trasto toda la tranquilidad. Ante tanta repetición de tal actitud, su madre optó por abstenerse de recurrir a las frases utilizadas en otras ocasiones para calmar la furia del engreído, al cual se le daban todas las disculpas del caso; en cambio, dijo: «parece que estás muy disgustado», a la respuesta afirmativa del mozo, la madre prosiguió, ¿tenías todo listo cuando esa desdichada lluvia lo echó a perder verdad? Enrique lo pensó dos veces y respondió «sí», para luego añadir, para otro día será, y se puso a ayudar a su madre en el resto del día.
Este pasaje nos revela que cuando un niño está bajo el dominio de una emoción fuerte, anhela ser comprendido sin tener que explicar todo lo que ocurre, en realidad es un juego en el que el niño revela a su manera lo que siente esperando ser entendido por sus padres. Seguiremos con el tema.
-¡Debido a su rotundo éxito..!