¿Hasta cuándo?

Las tragedias fluviales en nuestra región no son ninguna novedad y que no se quiera decir que por la fuerte vaciante y los bancos de arena que se forman, puede ser una causa, pero no es la principal, existen otras condiciones que llevan a estos sucesos fatales y los que viajamos por los ríos lo sabemos.
Empezando desde el diseño de las embarcaciones que son muy cerradas y si existe en el papel, el protocolo de seguridad no se presenta ni se exige a la hora del embarque, por ejemplo, como sucede en los aviones cuando se explica qué hacer en caso de accidentes.
Una vez en nuestro recorrido por los diversos ríos de nuestro amado Loreto, nos tocó un conductor que saludo, se presentó diciendo que es el responsable de la seguridad de todos y ordenó que todos, sí, que todos se coloquen el chaleco salvavidas, si no, no partíamos.
Sentimos un alivio, es que, con tantos viajes sin respeto a la mínima seguridad, esta postura del transportista nos pareció correcta, y que así tendría que ser, pero no sucede y lo sabemos.
Cuántas veces estuvimos a punto de bajarnos de un yate porque estaba claro el exceso de pasajeros lleno de profesores, y nosotros igual que ellos, preferimos correr el riesgo y seguir la ruta fluvial para llegar sin mayores retrasos a nuestro destino que era la ciudad de Iquitos. Felizmente llegando sin novedad, como solemos decir, todo bien.
El tema es que hasta cuándo se tomará con firmeza un plan de seguridad y supervisiones que no pongan en riesgo la vida de las personas y las pertenencias materiales. Existen los reglamentos, pero estos tienen que ser modificados mirando nuestra realidad, como señalamos desde el diseño de las embarcaciones que más parecen cajones para la fatalidad, así como el cumplimiento de protocolos de seguridad como el uso de los chalecos. Haber, si en un avión no te quieres abrochar los cinturones y no pasa nada. Te bajan del avión.
En menos de una semana, han sucedido tres accidentes fluviales con muertes que enlutan a familias amazónicas, dos accidentes en Iquitos, en la boca del Itaya y Nanay, en el río Momón y en el río Ucayali, teniendo como víctimas fatales a docentes rurales, lo que nos ocasiona una enorme tristeza, así como de las demás personas. Se necesita revisión y actualización del reglamento fluvial.