Fue más o menos en el mes de abril del 2010, cuando, obedeciendo a una invitación hecha por el Instituto Nacional de Cultura (INC- LORETO) y el Centro de Estudios Teológicos de la Amazonía (CETA), asistimos al salón de actos de la Biblioteca Amazónica, donde se desarrolló la Conferencia «El Cambio Climático y la Amazonía», tema sustentado por el Director Residente de las naciones Unidas en el Perú, doctor Jorge Chedieck,
Tan destacado profesional haciendo gala de un conocimiento profundo sobre el tema, hizo notar la importancia que tiene para la humanidad el cuidado que se otorgue a la Amazonía para protegerla del impacto que provocaría el calentamiento global y el cambio climático.
Fue a no dudarlo una experiencia maravillosa, pues por primera vez transitamos por un terreno vedado a los profanos; y también asistimos a un acto aleccionador como fue él que con lenguaje sencillo alejado de los eufemismos propios de este tipo de temas, el doctor Chedieck advirtió sobre el peligro que significa, la agresión a que se somete al ambiente amazónico en el afán desmedido por lucrar de sus riquezas naturales, muchas de las cuales constituyen bases perennes de protección ambiental.
El citado científico en tono perentorio, señaló en ese momento, (hace dos años) que se precisa poner en vigencia y en toda su dimensión, el «Informe de Desarrollo Humano» elaborado hace dos años, para iniciar un plan de acción adecuado que sirva de protección a la vida humana y vida animal en nuestro ámbito amazónico. Aquí el conferenciante fue enfático al señalar que de continuar las descargas de monóxido de carbono en la Amazonía, nuestro emblemático río Amazonas, corre el riesgo de quedar convertido en un pequeño charco de agua.
El conferenciante aunando otros conceptos todos ellos magistralmente ubicados en ámbitos relacionados con el tema, hizo notar que como una forma de lograr mitigar el impacto del calentamiento global, fenómeno que ya viene sintiéndose en la región, se precisa convertir a la Amazonía como eje temático contra el cambio climático. Cosa que hasta ahora, de acuerdo a indagaciones periodísticas, no se cumple.
Fue lamentable que el disertante al dirigirse al público asistente, en procura de alguna interrogante que enriqueciera el tema y ampliara lo tratado, tuvo que escuchar más que preguntas, una serie de exposiciones, todas ellas centradas en problemas personales de carácter maderero comercial, antes que alguna inquietud que permitiera enriquecer la citada conferencia. En su momento como nadie lo hizo, nosotros dijimos «Disculpe doctor Chedieck».