Las declaraciones de la alcaldesa de Maynas, Adela Jiménez, en el sentido que la llamada «feria navideña» no va más en el jirón Próspero, sino en la plaza 28 de julio, ha despertado la ira de los ambulantes que han desatado un estado de peligrosidad en la ciudad, ya que su principal dirigente ha salido a los medios a amenazar no solo a la autoridad, sino a toda la colectividad, manifestando que esta posición de la burgomaestre terminará con violencia como fue el desalojo de La Parada en Lima. Nadie en sus cabales, menos aún quienes conocemos de nuestros derechos a vivir en paz y armonía, puede aceptar lo dicho por ese señor. Eso es imposible.
La ciudadanía de nuestra provincia, en elecciones libres y democráticas ha elegido a sus autoridades municipales para que ellas gobiernen la ciudad. La autoridad es la delegación de poderes que, en forma mayoritaria, los vecinos han otorgado a las personas que hoy ocupan esos cargos públicos para que con el mejor criterio lleven la administración de la ciudad.
Administrar una ciudad es algo así como administrar una casa, un hogar, donde cada uno de los miembros tienen sus espacios y saben qué obligaciones deben cumplir para poder recibir sus derechos. Claro que algo mucho más grande y complejo es gobernar una ciudad. Lo cierto es que un grupo no puede imponer sus condiciones a la mayoría que no desea vivir unas fiestas en medio de la inseguridad y la violencia como que ya hemos sido notificados que así lo harán los ambulantes si es que no les dejan ocupar Próspero. Lo harán, dicen, sí o sí.
Si el tan solo anuncio de la alcaldesa ha provocado estas reacciones condenables, no se sabe hasta qué punto llegarán cuando el Concejo Municipal acuerde no ceder la calle Próspero para la instalación de los ambulantes para la venta de productos navideños.
Solo se espera que tanto las autoridades del Ministerio Público, policiales y judiciales estén atentas para denunciar la violencia y castigar a quienes fomenten disturbios que podrían hacer de esta vez, una Navidad nada feliz.
Los caprichos de un grupo de comerciantes no puede estar por encima del principio de autoridad. Respaldamos a la alcaldesa de Maynas.