Es una tarea muy difícil construir la historia de los pueblos, especialmente cuando uno no es historiador y no tiene los recursos económicos para investigar minuciosamente. Pero esta nota es el inicio de una pequeña contribución de informes de personas que aún viven y se encuentran lúcidas a pesar de sus 80 ó 95 años. Se trata no sólo de hacer una semblanza de estas personas que de una u otra manera aportaron con sus conocimientos y tecnología a forjar este llano amazónico con un poco de recuerdos y que, como dijimos, vendrán otras narraciones de los que intervinieron en gestas de paz, como aquellos marinos que acompañaron al presidente señor Fernando Belaúnde Terry por el Casiquiari hasta llegar al Orinoco, partiendo desde Iquitos hasta llegar al puerto Ayacucho de Venezuela. Con el respeto que se merecen los especialistas en historia de la selva, voy a tratar de hacer algo diferente, no hablar o escribir lo mismo, sobre las guerras que nunca ganamos, porque como don Felipe Ernesto Lozano Arce, otros tantos anónimos fueron verdaderos héroes vencedores al llevar al progreso, medicina, educación y cultura a nuestras comunidades de lo más profundo de nuestra Amazonía.
Don Felipe nació en el centro de Lima, pero sus aires de aventura lo llevaron a vivir en esa hermosa zona de Barranco. Desde allí con gran esfuerzo de sus padres y de él ingresó a la escuela de la Fuerza Aérea del Perú, en el Real Felipe. De allí egresó con grandes conocimientos y méritos como uno de los mejores mecánicos de vuelo de la Fuerza Aérea Peruana. Al principio viajó por toda la zona del norte del País, por el centro de la Sierra, llevando profesionales que tenían que dar su vida por otros para actividades de medicina, para educación y para proporcionar insumos alimenticios para aquellos pobres y desterrados y excluidos de un sistema totalmente feudal.
Allí estaba don Felipe Ernesto, viajando a cada momento. Hasta que en 1944, vino a Iquitos, trasladado a la base de la Fuerza Aérea que se ubicaba en la zona donde esta una base del ejército peruano. Allí se instaló. Corrían aquellos años de los 44 y 45 las sangrientas peleas entre hermanos europeos, y don Felipe estaba preparado para ir al conflicto en apoyo de los aliados, pero era mucho más útil acá, para llevar provisiones y salud a los más necesitados de nuestros pueblos. Se destacó como uno de los mejores mecánicos de vuelo de todo tipo de aviones, desde bombarderos hasta de pasajeros, bimotores, monomotores, anfibiios terrestres. En sus viajes por el interior de la selva se accidentó muchas veces, como esa vez por el río Tigre, en que por su carisma fue bien recibido por los hermanos indígenas de ese tiempo, inocentes y de buen corazón. Aprendió mucho de la selva y sus costumbres y enseñó mucho a nuestros hermanos nativos.
Era el tiempo del trío Los Panchos, cuando don Ernesto Felipe, conoció a una hermosa joven española (hasta ahora mantiene sus belleza y juventud) Cuenta con nostalgia la pareja que ya van por más de 50 años de matrimonio, que doña Rosita Iglesias, vivía en la calle Grau, cuando habían verdaderos desagües, en una casa de madera fina, en donde las palomas de la paz habían hecho sus nidos y vivían en perfecta unión con la familia Iglesias. Hasta que llegó el guapo militar de la FAP, cantó algunas canciones románticas y zas el amor vino por añadidura. Cuenta mamá Rosita que era la primera vez que este enjambre de palomas que atacaban a sus amigos y pretendientes que llegaban a visitarla, no atacó a don Felipe Ernesto, el experto mecánico de vuelo, no le hicieron nada y le dejaron entrar a la casa, es mas formaban un manto negro para que en la oscuridad los enamorados pudiesen tener un poco de intimidad.
Después del matrimonio como Dios manda, Doña Rosita, ayudo a su esposo a forjar buenos hijos, como Ernesto, José, Javier, Carmen, Antonia,, Anita, quienes ahora tienen hermosos y buenos hijos, que seguro escucharán con atención las historias del abuelo FAP que ayudó a forjar esta Amazonía que aún en está de pie. Cuenta don Felpe con mucho cariño, que decía a su esposa, alista a los hijos, nos vamos, en dos horas, son órdenes del comando y la señora Rosita esposa fiel y trabajadora tenía que colaborar con el trabajo de su esposo sin descuidar a sus hijos y a viajar por los cielos de la Amazonía.
Don Felipe y doña Rosita, trabajaron duro y con inteligencia produciendo en sus huertas y espacios libres de su casa hoy de material noble, cuyes, conejos, verduras, fabricación de panes y pasteles (manos santas de mamá Rosita para preparar esos ricos pasteles).
Don Felipe es un héroe anónimo, vivo aún, que contribuyó a hacer una de las primeras cartas de aerofotografía del Perú y de parte de la selva peruana. Un hombre valiente que recorrió todas las cuencas de la Amazonía peruana, llevando cariño y ayuda a nuestros hermanos de lo más profundo de la selva peruana, a esos excluidos de un sistema injusto, pero que con la labor de estos FAPS se incluían de una u otra manera para conocer las cosas buenas del mundo occidental. Hoy, sus hijos y nietos y bisnietos, ven y observan y acarician a estos veteranos de guerra de la paz amazónica con cariño y con orgullo, porque don Felipe Ernesto Lozano Arce y doña Rosita Iglesias forjaron con valor, con inteligencia una familia y una parte de la patria chica que es Loreto, y que será detallado con fotos y mas versiones en otros espacios. Arriba siempre arriba don Felipe Ernesto Lozano Arce, héroe anónimo de la amazonía Peruana.,