Excesos

c

Argumentando que la ley a implementarse les dejaría sin los derechos ganados o adquiridos durante años, los trabajadores estatales iniciaron ayer una huelga nacional indefinida en rechazo y repudio al proyecto de Ley del Servicio Civil. Por supuesto que la CGTP es la que impulsa esta medida de lucha.

Hasta ahí, bien. Nadie está en contra de la legítima protesta de los trabajadores o del pueblo cuando éste ve conculcados o en peligro de perder sus derechos. En ese sentido no hay objeción alguna.

Lo que sí es cuestionable es la forma de cómo se desarrollan las protestas callejeras de los gremios. Estas, lejos de conducirse con normalidad, en marchas bullangueras con sus arengas, respetando el derecho que tiene la población de hacer sus cosas cotidianas sin tropiezo alguno, en su desarrollo se tornan violentas, poniendo en peligro la integridad de ellos mismos y de la ciudadanía.

Un exceso ha sido eso de impedir el acceso al terminal aéreo, que ha perjudicado al movimiento aéreo y a los pasajeros que no han podido viajar, lo que les ha traído muchos problemas. Eso no se puede hacer. Los derechos de uno terminan donde comienzan los de los demás.

Por otra parte, nos llama la atención que en varias situaciones de violencia, las autoridades correspondientes no hayan actuado con firmeza contra quienes, evidentemente son los que soliviantan los ánimos y propician escenarios de violencia.

Los analistas están de acuerdo con que nuestra ciudad ha perdido su característica de ciudad pacífica. Los desmanes y violencia generalizada en el diario vivir de esta comunidad están poniendo a Iquitos en el lado de las ciudades no recomendables y eso no le hace ningún favor. Al contrario, la desprestigia.