Parecerá un ditirambo oficioso o improvisado para verter sentimientos de dolor ante hechos que hieren cruelmente la sensibilidad humana, pero nuestro epígrafe no hace sino manifestar el sentimiento de los loretanos, ante la terrible tragedia que significan miles de niños ribereños y de las zonas pobres de la ciudad, vagabundeando en procura del pan cotidiano.
Pero revisando el libro efemérides del país, encontramos que no sólo tales niños son víctimas de tragedias sin nombre, sino que en la vida cotidiana de los pequeños pueblos del Ande y de la selva, se dan hechos que laceran el alma humana, como sucedió hace algún tiempo en una localidad andina de Ayacucho, donde era la hora del cierre de clases del colegio «9 de Diciembre» de la citada localidad, cuando al tañer la campana de la hora de salida, 3 niños salieron corriendo para ser de los primeros en llegar al puente que conectaba con el lugar donde se encuentra su vivienda, sin embargo sus ansias de llegar al hogar familiar, quedaron frustradas violentamente, cuando el citado puente colgante llamado «Asnachuoycc», dado lo vetusto de su estructura, se desplomó bruscamente arrastrando en su caída a 120 persona entre otros a profesores y alumnos, dejando el saldo doloroso de 10 escolares y dos profesores muertos.
Debe recalcarse que dos de los niños fallecidos, lo fueron debido a la insensibilidad burocrática, enquistada esta vez en la unidad policial del lugar, cuyo comando condicionó la utilización de sus unidades aéreas para el traslado de los heridos de gravedad a un centro de atención médica, a la responsabilidad de cubrir el costo del combustible por parte de los damnificados.
Tal actitud cobró la vida de dos de los niños que requerían atención urgente para salvar su vida. Hasta ahora, según hemos podido informarnos nadie ha sido investigado ni sancionado por tal acto de indolencia contra indefensos niños protagonistas de un hecho que ellos no provocaron.
No es el momento de anatemizar actos y decisiones que dieron más dramatismo al nefasto accidente, aquí lo que lamentamos es que las principales víctimas hayan sido niños que podrían haber sido prohombres de su patria sirviendo a su pueblo, pero el destino dispuso lo contrario.
Desde aquí desde el corazón de la Amazonía peruana, seguiremos insistiendo para que todo gobierno lleve en su plan de trabajo atención especial a todos los niños del país, designando comisiones que levanten un plano real de las falencias estructurales de cada centro educativo y para que elabore un mapa de pobreza infantil, para luego elevar al supremo gobierno un informe determinante que permita atender en el término de la distancia, todo aquello que contribuya a mitigar esos tanto accidentes que sólo dejan dolor y muerte. En su dolor estamos con ustedes amigos de Ayacucho.