- Respecto a investigación de denuncia sobre acoso a trabajadora Fabiola Mesías Cárdenas.
- El gran problema para las mujeres que buscan valorar su dignidad y derechos individuales, ante la administración de justicia.
Un tema de investigación fiscal que debe estar por resolverse dado a que habrían terminado las diligencias, es el caso de denuncia por hostigamiento laboral de tipo sexual contra la servidora del Ministerio Público sede Iquitos, Fabiola Mesías Cárdenas, quien se desempeñaba como asistente en Función Fiscal de la Primera Fiscalía del Prevención del Delito.
La denuncia presentada en abril de 2018, fue contra el fiscal adjunto provisional, Isidro Hugo Baños Castro, que tras Oficio N°1653-2018-MP-PJFS-LORETO, pasó al Órgano de Control Interno, para la investigación de los presuntos actos denunciados.
Se conoce que habrían culminado las diligencias y están a la espera de la resolución respectiva luego de la investigación y las pruebas aportadas por ambas partes, tanto del lado de la denunciante como del denunciado. Aunque la primera ya sufrió el primer impacto al ser, según se tiene entendido, trasladada a otra oficina para alejarla del presunto acosador.
Este puede ser un caso emblemático de lo que sucede cuando las mujeres trabajadoras denuncian hechos presuntos como el tema de esta nota, porque son las primeras en recibir la “amonestación” antes de resultados de investigaciones. Quizás lo más democrático sería la rotación de ambos investigados a otras oficinas, y ninguno quedar en la de origen.
Ello ante las suficientes pruebas, para empezar de lo que podría ser una inconducta de parte del denunciado, y una lenta reacción de la denunciante, ante el presunto agravio; lo que no invalida su derecho a exigir se aplique lo que la ley manda en materia de acoso laboral del tipo sexual.
Existe una foto, por lo menos a la que tuvimos acceso, de clara muestra de inconducta de un superior hacia la subordinada. Así como audios donde discuten los involucrados sobre el concepto de acoso sexual. Y una tercera voz que dice y repite “no le gusta lo que le haces, que le toques las piernas”, ante la respuesta evasiva del denunciado, indicando en pasajes de la conversación que son algo como conductas propias de la camaradería, la confianza en el trabajo. Y se escucha la voz casi impotente repitiendo “pero, no me gusta” de la denunciante.
Esto en general es el gran problema para las mujeres que buscan valorar su dignidad y derechos individuales, ante la administración de justicia. Unas lo hacen tímidamente, otras aguerridamente, otras en vano tratan de hacer entrar en razón al “macho” que tiene en su chip cerebral una actitud distorsionada sobre el delito de atentar contra la libertad sexual.
Para muchos hombres, en realidad, una gran mayoría, no lo tienen claro, no reconocen como acoso sexual los gestos lanzados hacia su víctima (acosada), les parece normal, una broma, una forma de expresar admiración y ni siquiera cuando la mujer expresa su incomodidad, piden disculpas. Muy por el contrario se sienten ofendidos, y lanzan sentencias como “nunca más te digo nada”, que en vez de a rectificación, suena a desprecio, y a sentencia oculta si se trata del jefe o superior inmediato en el ambiente laboral. Esto tiene que terminar con decisiones valientes de los administradores de justicia en la región y el país.
(Diana López M.)
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