¿Es necesario un calendario escolar alternativo para Loreto?

– A propósito de la iniciativa de la DREL…

Luis Pinedo Piña

Por: Luis Alfonso Pinedo Piña
(pinedopina@hotmail.com) 

 

Hoy en día, después de ver cómo la creciente de nuestros ríos ha afectado el normal inicio y desarrollo de las clases en nuestras escuelas, se ha puesto en el tapete para la discusión, con un impulso fuerte desde la Dirección Regional de Educación y el Programa PREVAED, el tema del Calendario Escolar Alternativo para las escuelas de la Educación Básica Regular de nuestra región.  Según información proporcionada por las autoridades, casi mil instituciones educativas han sido inundadas y en casi todas ellas se han suspendido las labores educativas, para salvaguardar la integridad física de los estudiantes.  Esta situación, nos induce a los involucrados a analizar críticamente y plantear propuestas sobre tres temas básicamente: El diseño de la infraestructura de las escuelas que se construyen en las zonas inundables,  la formación de los maestros que trabajan en esos contextos y la propuesta de un Calendario Escolar para la región, alternativo al nacional.
¿Son pertinentes y adecuados los diseños de las escuelas que se construyen en las zonas indudables de nuestra región? ¿Por qué las construyen con el piso al ras del suelo sabiendo que el terreno inunda? ¿No deberían los técnicos de los Gobiernos Locales y Regional tener en cuenta los niveles que alcanza la creciente más alta para construirlos, y hacerlos con piso alto y con buenas barandas para proteger a los estudiantes?  En mi recorrido por las zonas rurales, visité muchos de estos locales  y pude comprobar que, después de la inundación, quedan con las paredes carcomidas y los pisos hundidos y resquebrajados a consecuencia de la humedad. En algunos casos, encontré que, la acumulación de arena y barro fue tanta, que prácticamente dejaba inservible e irrecuperable el local. Por ello, es necesario replantear los diseños para la construcción de estos locales escolares. Algunos plantean la construcción de escuelas-balsas; yo planteo escuelas de concreto, madera o material de la zona, pero con el piso alto, a donde no lleguen las aguas en épocas de creciente alta.
Un tema muy complejo es el de la formación magisterial en inicio. Cuando se producen las inundaciones, salvo honrosas excepciones, ningún maestro propone o gestiona para que las clases se puedan seguir desarrollando en un ambiente alternativo que no haya sido afectado por la inundación. Casi todos ellos, promueven el levantamiento de un acta de suspensión de labores educativas hasta que baje la creciente, so pretexto de que los niños y las niñas corren peligro de ahogarse en las aguas. Sin embargo, es sabido por todos que, nuestros niños ribereños, aprenden a nadar a muy temprana edad sin problemas, por consiguiente el riesgo es mínimo. La situación que se presenta todos los años amerita plantear algunas interrogantes: ¿Hay una falta de vocación de los maestros por la profesión y una falta de amor por sus estudiantes? ¿La situación, evidencia una muestra más de la indisciplina de los maestros o una falta de control de los responsables del sector?  Particularmente, pienso que nuestros maestros no han sido formados para trabajar en zonas rurales, sino para trabajar en las ciudades, por consiguiente, le resulta imposible adaptarse a esas circunstancias. Estos aspectos deberían tomarse en cuenta en la formación inicial de nuestros futuros maestros, tanto en las universidades como en los pedagógicos.
Ante tal hecho, les invito a reflexionar sobre esta situación real… Los técnicos de salud que laboran en las postas médicas, cuando se inundan sus locales, ven la forma de seguir atendiendo a sus pacientes y no abandonan sus comunidades. De hacerlo, corren el riesgo de ser sancionados drásticamente por ser la salud, un servicio básico. La educación también lo es, entonces ¿Por qué al maestro no le cae ninguna sanción cuando abandona a sus niños en esos meses, si cobran completos sus sueldos? Este, podría trabajar de manera itinerante con sus estudiantes atendiéndolos en sus domicilios, para no perder tanto tiempo, ya que estas horas perdidas no se recuperan nunca. El currículo de emergencia planteado, con las disculpas del caso, no soluciona nada. Se necesita que esas horas perdidas se recuperen completas y los constructivos del currículo se trabajen a plenitud, para así garantizar el derecho de nuestros estudiantes loretanos.
Como el problema es grave, y se viene dando desde hace años, y es una de las causas de los bajos resultados, se está evaluando la posibilidad de implementar un calendario escolar alternativo para nuestra región.  La creciente de los ríos amazónicos afecta enormemente el cumplimiento de las horas normadas en casi el 40% de las instituciones educativas de la EBR, y hasta ahora, nadie ha podido hacer nada al respecto. Las disposiciones emanadas desde el MINEDU y las instancias descentralizadas para recuperar las horas perdidas son letra muerta. Revisando la normativa existente encontramos que, en el Reglamento de la Ley General de Educación,  Artículo 5º, se establece lo siguiente: «El Ministerio de Educación norma la duración del año escolar. En atención a la diversidad y flexibilidad, cada Gobierno Regional puede determinar la fecha de inicio y término del año y horario escolar, sin alterar su duración. Además, ambos niveles de gobierno establecen normas y procedimientos administrativos que faciliten su cumplimiento». Es decir, hay el marco legal para implementar un calendario escolar alternativo, en nuestra región. Para muchos, el año escolar en Loreto debería empezar en junio y terminar en marzo. En los meses de abril y mayo, donde la creciente alcanza su mayor auge, deberían ser los meses de vacaciones de nuestros estudiantes. Sin embargo, este criterio, no toma en cuenta que, en las partes altas de nuestros ríos grandes, Huallaga, Ucayali, Marañón, Napo y Putumayo y sus afluentes, la fuerza de la creciente se da entre marzo y abril.
De implementarse este calendario alternativo, habría también que tomar en cuenta sus «consecuencias». Esto, movería toda la programación presupuestal o calendario económico del  MEF, MINEDU y los gobiernos regionales, que van de enero y diciembre. También, movería la fecha de los exámenes de admisión de las universidades y centros superiores de enseñanza. Los procesos de contratación de los docentes y por ende, el flujo comercial en las ciudades, entre otras cosas. Finalmente, planteo unas preguntas para el debate: ¿Sólo necesitamos un calendario alternativo? ¿Se han revisado las experiencias exitosas de otros países sobre el tema?  Nuestras autoridades tienen la palabra.