Entre lo prioritario y lo necesario

Un cazador de ejemplares exóticos estaría encantado de venir a explorar en estas tierras, donde encontraría especies raras, especialmente por su falta de criterio y de sentido común, lo más elemental para ufanarse de ser un ser humano normal y dejar de ser una pieza de zoológico, que es como se tilda a quienes hacen gala de una perfecta falta de lucidez en el momento de tomar decisiones importantes, donde se juega la vida y la salud de la población.

 

El párrafo anterior es una entrada del menú de malos manejos que se dan a diario en la administración pública. Un mal manejo no sólo es tirarse la plata del pueblo en gollerías como viáticos para viajes improductivos, de placer digámoslo claro, sino también desviar los fondos públicos en compras de tales o cuales elementos o equipos  sin ningún criterio técnico ni humano, optando por adquisiciones a libre albedrío.

 

De esa situación dimos cuenta en nuestra edición de ayer, en portada, con el titular «El SIS paga equipos, pero no compra medicamentos», lo que ha merecido un gran descontento en la población, lo que ha llevado al Cuerpo Médico del hospital regional a pedir, una vez más, la destitución del director de ese nosocomio.

 

Los medicamentos recetados con más frecuencia por los médicos, a las personas de escasos recursos económicos, deberían ser prioridad uno en las adquisiciones de los hospitales del Estado, con preferencia sobre otros gastos. Debemos entender siempre que la defensa de la persona humana y el respeto a su dignidad es el fin supremo de la sociedad y el Estado.

 

Y no es justo que a un paciente o al familiar de éste, le exijan primero comprar las medicinas para su curación sin entender las necesidades que puedan tener.

 

En el otro sentido, lo necesario es aquello que por su utilidad no puede posponerse porque hay algo que por su fuerza nos lleva a hacerlo inevitablemente, como son los más importantes equipos que debe contar un hospital de la categoría del hospital regional de Loreto.

 

Esperemos las rectificaciones del caso por parte de quienes no están manejando bien los presupuestos públicos, que sobre todo deben dirigirse a lograr el bienestar popular.