Cumplida la jornada electoral que nos dio, en segunda vuelta previa, un nuevo presidente constitucional, y ya un poco calmadas las aguas, creemos que vale la pena divagar un poco sobre lo que será el futuro de los movimientos políticos que
participaron en la contienda y que ahora (excepto «Fuerza 2011») se van diluyendo poco a poco, sin que exista ni un pronunciamiento oficial respecto a su futuro destino.
Traemos a colación el nombre de «Fuerza 2011», habida cuenta que debido a su protagonismo en la consulta del cinco de junio, sus integrantes, incluida su máxima lideresa, como institución política han entrado a un interregno que podríamos llamar de reflexión, presumiéndose que superada tal etapa, se darán a la tarea de reorganizar el movimiento que ,dígase de paso, aún no es un partido político y estimamos que en esta segunda etapa, atenderán tal falencia, oficializando el membrete de «Fuerza 2011» como partido político.
Para tal hecho sobran razones, siendo la principal el capital electoral logrado por dicha entidad en las elecciones de junio el 2011, donde obtuvieron más de siete millones de votos, lo que le permite exhibir un caudal que está muy cerca del 20 % del voto duro lo que lo ubica como la fuerza política más numerosa y activa del país; y por si fuera poco, tienen un paradigma viviente tal como lo tuvo, salvando las distancias, el APRA (el único partido político legalmente instituido como tal) hasta este último proceso eleccionario, donde sufrió la más catastrófica derrota electoral que se recuerde en los anales políticos del país.
Introduciéndonos un poco más en la textura política del país, encontramos que al margen de «Fuerza 2011, y ahora el partido gobernante «Gana Perú», no existe en el país ningún otro espacio político con visos de partido, que pueda decirse podrían ser fuerza importante para lograr gobernar el país.
Si aludimos a las demás instituciones políticas que participaron en el proceso fenecido, podríamos decir que tienen cinco años de plazo para reorganizarse y lograr un lugar interesante e importante en la vida política del país, pero antes hay que buscar la fórmula para aglutinar un caudal apreciable de electores y sobre todo diseñar una estrategia inteligente que cautive a un electorado cada día más incrédulo y exigente.