Ubicados en el ante patio de un nuevo lustro en este mundo nuestro, que cada día adolece de serias fracturas en su estructura geográfica, política y social, se precisa reflexionar con seriedad y buenas intensiones sobre muchas cosas que deberán ser conocidas por el nuevo gobierno en su contenido para que constituyan la base sólida de un desarrollo sostenible en toda la región y todo el pueblo peruano.
Sabido es que muchas naciones del mundo actual miran con singular expectativa a nuestro país, especialmente a nuestra Amazonía, confiados en que para el futuro contarán con una fuente garantizada de aprovisionamiento, apta para paliar el hambre de millones de seres humanos. Ante tal panorama, tenemos que asentir la bondad del propósito; sin embargo, hasta ahora no se sabe como esos países desarrollarán planes de trabajo para hacer que nuestro ámbito amazónico gracias a inversiones debidamente estudiadas y dirigidas constituyan el soporte económico para asegurar el consumo alimentario en el orbe, sin atentar contra la naturaleza amazónica y sí en armonía con aquellos países e instituciones que fraternalmente desarrollen acciones filantrópicas que apoyen los objetivos humanitarios en los procesos de solidaridad que se den en la búsqueda de un trabajo real de conservación y producción equitativamente distribuida entre todos los actores de este acto,
Aquí debe precisarse que desde hace mucho la Amazonía continental siente sobre sí las expectativas de muchos poderosos que salvo honrosas excepciones, se han aprovechado de los primeros frutos de esta región, sin darse a la tarea de reponer lo explotado muchas veces hasta con crueldad, contra los naturales de nuestros bosques que fueron diezmados impunemente por los barones del caucho y la quina.
Hay que resaltar que tales trabajos, todos ellos extractivos, en vez de generar mejores condiciones de vida, sólo crearon poblaciones que dejaron de consumir su propia producción para hacerlo con artículos alimenticios de otras latitudes, cuando en realidad podrían haber sembrado y cultivado en sus tierras. Nada eso se hizo, y antes bien se creó un sistema de asistencialismo que fue degenerando en una cadena sin fin que derrapó hacia prácticas de corrupción que ahora son difíciles de exterminar.
Por todo esto, la ciudadanía en pleno, ha votado por la opción que presentó una nueva fisonomía de trabajo, que supuestamente se cumplirá bajo las normas y principios vigentes, sin ataduras a influencias interesadas y con un cien por ciento de honestidad y respeto al sistema democrático que rige la vida nacional.